El Mazda 3 recorre las carreteras de Norteamérica

GUADALAJARA, JALISCO (29/ABR/2014).- A las afueras de Salamanca, Guanajuato, se oye el tren por la madrugada. Ésa fue la primera alarma que nos despertó en esa pequeña ciudad en franco crecimiento empresarial, donde la visión de negocios es tal que los hoteles ya incluyen canales de televisión japonesa.

Uno de esos negocios recientes es la planta automotriz de Mazda, inaugurada apenas en febrero pasado. Allí aguardaba una fila de autos rojos que a simple vista no tenían ninguna diferencia con el Mazda 3 japonés que llegó en diciembre a conquistar suelos mexicanos.

Pero en realidad se trataba de los primeros modelos de producción hechos en México, fabricados en esa misma planta, e impulsados por un motor más ligero Skyactiv-G de 2 litros, con la firme promesa de abaratar costos.

Y para probarlo, el carro recorrerá toda la región norteamericana desde su lugar de nacimiento en Salamanca hasta Toronto, Canadá: casi cuatro mil 100 kilómetros en seis días.

Con 155 caballos de fuerza y 150 libras-pie de torque, el modelo se ofrecerá en dos versiones. La primera es la i, que es la más sencilla, e incluye control dinámico de estabilidad, botón de encendido, frenos de disco ABS, bolsas de aire frontales y un sistema eléctrico para controlar espejos, cristales y seguros.

La segunda es la i Touring, con todos los básicos más algunas amenidades de lujo como pantalla táctil a color de siete pulgadas, quemacocos y rines de aluminio, entre otras cosas. Ambas estarán disponibles tanto en transmisión manual como automática a partir del 1 de mayo en todos los distribuidores del país.

El día de hoy nos sumamos a la aventura desde muy temprano, y entre las versiones alineadas en esa fila escogimos la de más alta categoría: un Mazda 3 i Touring Transmisión Automática en sedán.

Nuestro primer destino fue la ciudad de Monterrey. Para ello bordeamos Querétaro, San Luis Potosí y Matehuala, y finalmente nos encaminamos a la Sultana del Norte vía Saltillo. Desde un inicio, la autopista nos recibió despejada, recién abandonada por los vacacionistas de Semana Pascua, en buenas condiciones y con su caliente paisaje desértico.

La comodidad de sus múltiples carriles nos permitió jugar un poco con el carro, que mostró carácter a la hora de arreciar y lució su bonita línea en color rojo tinto.

Tras casi siete horas de camino —con algunas escalas, por supuesto— disfrutamos de la experiencia con una cabina cómoda tanto para el conductor como para el copiloto. El clima de Monterrey fue clemente con nosotros y al caer la tarde, un agradable viento nos cobijó para prepararnos para el descanso.

¿Siguiente parada? San Antonio, Texas.


EL INFORMADOR / BRENDA RAMOS