Lunes, 25 de Noviembre 2024
Economía | En materia impositiva hay una curiosa mezcla entre antiguo y nuevo

Dos siglos de impuestos y fragilidad fiscal

El México independiente heredó de los aztecas la figura del tributo y de los españoles la alcabala, equivalente al actual IVA

Por: SUN

En dos siglos de historia, México no ha logrado recaudar los impuestos que hagan de él, un Estado fuerte. ARCHIVO  /

En dos siglos de historia, México no ha logrado recaudar los impuestos que hagan de él, un Estado fuerte. ARCHIVO /

CIUDAD DE MÉXICO (11/SEP/2010).- Un Estado existe sólo si es capaz de recaudar, por lo que uno con baja capacidad recaudatoria es un Estado débil. Este parece ser estigma de México desde su nacimiento.

Al concluir el periodo colonial, la administración virreinal obtenía montos muy altos de recursos fiscales gracias a las reformas borbónicas, pero con un alto costo para una sociedad en la cual la distribución del ingreso era extremadamente desigual.

El estallido de los movimientos independentistas en varias regiones de México en 1810 llevó rápidamente a una profunda crisis fiscal en el virreinato.

La administración fiscal colonial, que había operado como un sistema bien integrado de 24 tesorerías regionales, comenzó a fracturarse.

Ya como un país independiente, México adoptó una estructura fiscal federalista similar a la de Estados Unidos, la superposición de un modelo federalista estadounidense sobre el viejo sistema de gobierno español colonial, fue una fuente de conflictos y controversias.

El nuevo sistema hacendario se basó en un régimen tributario indirecto: el gobierno federal dependía sobre todo de las aduanas (impuestos a importaciones), mientras que los gobiernos de estados dependían sobre todo de las alcabalas, aunque también se fijaron impuestos como los peajes.

A lo largo del primer medio siglo de vida independiente de México, el debilitamiento de la administración tributaria y la creciente subordinación del fisco a jefes políticos y militares locales hizo que la recaudación de ingresos fuera cada vez más difícil, como lo revela la accidentada historia fiscal de México hasta los años de 1870.

La debilidad fiscal llevó al gobierno federal a fuertes carencias de orden financiero y militar. La hacienda federal se vio cada vez más agobiada por deudas.

Los ejércitos eran débiles (en parte por falta de recursos) y no pudieron combatir eficazmente a los invasores en 1847 y 1862-63, con la consecuencia de que el Estado perdió territorios valiosos.

La Real Hacienda se transforma en secretaría

Con la independencia de México, la Real Hacienda que administraba los bienes del Virreinato se transformó en la Secretaría de Hacienda, cuyo nombre ha mantenido.

El nuevo marco institucional fiscal de la nación, ahora independiente, fue ratificado por la Constitución federalista de 1824 y estableció una nueva jurisdicción política, similar a la de EU, por lo que el gobierno Federal de México coexistía con los estatales locales, cada uno con sus respectivos recursos impositivos.

Herencia azteca y colonial

El México independiente heredó de la Colonia un sistema impositivo que fusionó dos estructuras fiscales preexistentes: El azteca y el español, a los que se agregaron elementos originales.

De los aztecas se tomaron las figuras de los tributos y del sistema español la alcabala, equivalente al contemporáneo Impuesto al Valor Agregado (IVA), lo cual sugiere que aun en los sistemas modernos se constata el legado de una curiosa mezcla de lo antiguo y lo nuevo en materia impositiva.

Porfirio impone y la Revolución dispone

A partir del Porfiriato, se produjo un proceso de fortalecimiento y centralización del poder en manos del gobierno federal.

Este proceso fue acompañado por reformas fiscales iniciadas en el decenio de 1870, que se consolidaron a partir de 1890, cuando se alcanzó superávit en las cuentas públicas.

Las reformas contemplaban una reducción de tarifas aduaneras sobre determinado productos, la gradual abolición de las alcabalas, el incremento del timbre, un impuesto sobre la cerveza, tabaco y otros bienes.

Si bien los ingresos fiscales federales aumentaron, seguían dependiendo de los dos gravámenes mencionados —aduanas y timbre— que producían más de 60% de los ingresos ordinarios federales.

El estallido de la Revolución en 1910, no afectó, inicialmente, de manera muy marcada la recaudación, pero a partir de 1914 la intensificación de los conflictos y las guerras internas llevo al sistema tributario a la crisis.

Sin embargo, la expansión de las exportaciones que se produjo en esa época, incluyendo el petróleo, permitió obtener importantes ingresos para la administración de Venustiano Carranza.

La estructura tributaria porfirista de bajos aranceles al comercio exterior se fue desdibujando trás la Revolución, cuando el gobierno, al buscar apoyo de varios grupos, ofreció protección arancelaria a varios productos, perdiéndose una estructura del arancel.

Durante los 20 —fuera de la estructura arancelaria—, se mantuvo buena parte del sistema tributario porfiriano, reforzado por los ingresos del petróleo, que se mantuvo hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando comenzó la era moderna fiscal del país.

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