A diferencia de la mayoría de los consumidores estadounidenses, cuya incapacidad para ahorrar ha exasperado a los economistas desde hace años, la compañía típica estadounidense ha incrementado sus ahorros en forma tan notable que probablemente tenga suficiente dinero a la mano para saldar completamente sus deudas. Esto debería ser una buena noticia en una economía agitada por el alza de los energéticos, la restricción de crédito, los altibajos en los precios de los acciones y el descenso en el valor del dólar y el peculio familiar. De hecho, el presidente de la Reserva Federal, Ben S. Bernanke, citó la firmeza de las finanzas corporativas como un punto brillante en el pronóstico de creciente oscuridad que presentó la semana pasada ante el Congreso. Algunos analistas especulan asimismo con la posibilidad de que las compañías rebosantes de efectivo podrían empezar a compartir la riqueza a través de dividendos especiales, proporcionando lo que sería un bienvenido estímulo a la economía. El gasto corporativo en equipo y otros gastos de capital ha declinado al tiempo que los ahorros se han disparado, sugiriendo que las compañías podrían estimular la economía ahora al emprender una ola de contrataciones y gastos. Pero eso hace surgir preocupaciones entre algunos analistas de que las compañías podrían gastar su dinero en forma poco prudente, dejándolas más vulnerables para el futuro. El incremento del monto de efectivo durante la última década, como porcentaje de los activos totales, entre las compañías que conforman el índice Standard & Poor's 500 ha sido dramático. Un estudio muestra que la proporción de efectivo promedio se duplicó de 1998 a 2004, y la proporción media creció más del triple, al tiempo que los niveles de deuda bajaron. De acuerdo con S&P, el efectivo total en manos de las compañías que conforman su índice industrial superó los 600 mil millones de dólares en febrero, comparado con unos 203 mil mdd en 1998. Rene M. Stulz, presidente Reese de banca y economía monetaria del Colegio de Administración de Empresas de la Universidad Estatal de Ohio, indicó que los estudios que realizó junto con dos colegas sobre los niveles de ahorro corporativos desde 1980, indican que el aumento en ese periodo muy probablemente refleja el simple hecho de que el mundo se volvió un lugar más riesgoso para los negocios. “Las compañías respondieron a esa elevación de los riesgos ahorrando más”, señaló Stulz, cuyo estudio excluyó a empresas financieras y de servicios públicos porque sus reservas de efectivo son vigiladas por reguladores. Los resultados individuales de algunas compañías reflejan estos hallazgos. Por ejemplo, la proporción de efectivo de Paychex (dinero e inversiones de corto plazo como porcentaje de los activos totales) se ha más que duplicado, de menos de 30% en 1988 a más de 70% el verano pasado. En el mismo periodo, la proporción de efectivo de Apple aumentó a más de 60%, comparado con 38% antes. La cuenta de ahorros de Microsoft es tan grande que su director de finanzas ha observado que, si así lo quisiera, la compañía podría cubrir con sus propias reservas la mayor parte de los 20 mil mdd del componente en efectivo de la oferta de 44 mil 600 mdd para la compra de Yahoo! Esta tendencia al ahorro podría tener también una desventaja. Como las compañías pueden gastar de su propia cuenta sin el escrutinio de los banqueros de inversión y comerciales que regularmente les prestan el dinero, los ejecutivos de las empresas podrían realizar cosas realmente tontas con su dinero, señaló Amy Dittmar, profesora asistente de la Escuela de Administración Ross de Michigan, que ha estudiado los hábitos de gasto corporativos en Estados Unidos y el extranjero. “Hay una división muy tenue entre tener suficiente dinero para hacer lo que tienes que hacer, y tener suficiente dinero para hacer lo que quieras hacer”, señaló. Manny Weintraub, ex director administrativo de Neuberger Berman que estableció su propia firma de asesoría en inversiones en 2003, coincidió con lo anterior al señalar que “como dicen las mamás, la regla debe ser que si no tienes nada lindo que comprar, no compres nada”. El estudio del equipo de Stulz encontró que el aumento de la posesión de efectivo no se limita a las grandes corporaciones; de hecho, el incremento promedio es más pronunciado entre las firmas del quintil más bajo de la muestra. Según el mismo estudio, una medida de la deuda corporativa (la proporción de deuda neta, o deuda menos efectivo como porcentaje de los activos totales) disminuyó tan drásticamente que, para 2004, se ubicaba por debajo de cero, donde se mantuvo al menos hasta 2006. “En otras palabras”, destacaron los investigadores, “en promedio, las firmas pudieron haber saldado sus deudas con sus posesiones en efectivo”. SUN 04-03-08 IJALH