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Deportes | Cae el telón de la gimnasia artística

Simone Biles: Un salto por encima del destino

La estadounidense Simone Biles se despide de sus primeros Juegos Olímpicos con cuatro oros y el título de nueva reina de la gimnasia

Por: EL INFORMADOR

Simone Biles ejecuta uno de sus saltos acrobáticos durante la Final de piso, en la que fue su despedida de Río 2016. AP / D. Lovetsky

Simone Biles ejecuta uno de sus saltos acrobáticos durante la Final de piso, en la que fue su despedida de Río 2016. AP / D. Lovetsky

RÍO DE JANEIRO, BRASIL (17/AGO/2016).- Cuando era pequeña, Simone Biles pensaba que todos los niños eran adoptados. A ella la habían acogido sus abuelos después de que los servicios sociales la apartaran de su madre drogadicta. Y aquella nena diminuta le respondió a la vida comiéndosela a saltos hasta convertirse en la mejor gimnasta del mundo.

No es el guión de una película de Hollywood, pero podría serlo si tras el aire risueño de esta deportista que parece vivir en una fiesta de cumpleaños constante pudieran atisbarse las heridas de un pasado crudo.

Pero ella se las curó volando.

Comenzó a hacerlo a los seis años cuando acabó de casualidad en un gimnasio que la esperaba desde siempre. Allí construyó una carrera donde, todavía sin haber cumplido los 20, ya brillan cuatro oros olímpicos, el récord de títulos mundiales (10) y una cascada de superlativos.

Una gloria imposible de imaginar cuando su abuelo Ron y su mujer la adoptaron a los tres años, junto a su hermana menor, para interrumpir su camino hacia el orfanato de Ohio al que las había condenado la enfermedad de su madre.

“Cuando era más pequeña me preguntaba qué habría sido de mi vida si no hubiese pasado nada de esto. A veces todavía me pregunto si (mi madre) se arrepiente y querría haber hecho las cosas de manera diferente, pero evito plantearme estas preguntas porque no las tengo que responder yo”, afirmó a la revista Time.

Campeona y adolescente

Otros hermanos se fueron con una tía y ellas formaron una nueva familia en Texas con sus abuelos, a los que desde el primer día llamaron padres, y sus dos hijos adolescentes.

Uno de ellos le enseñó su primer salto y a su entrenadora Aimee Boorman todavía no se le ha olvidado.

“Cuando la vi en el gimnasio me pregunté: ‘¿qué pasa con esta niña?’ El primer día hizo un mortal hacia adelante y dijo: ‘mi hermano me enseñó a hacerlo en el jardín’”. Ya no volvieron a separarse.

Ahora, con su participación olímpica terminada, se tomarán un tiempo, quizás el máximo que estarán sin verse.

“Es como cuando tu hijo se va a la universidad, lo ves todos los días y de repente ya no está. Va a ser duro”, afirmó a quien Simone llama su segunda madre y con la que pasa 32 horas a la semana.

Fue a esta mujer risueña a quien se abrazó la campeona tras conquistar el oro en el concurso individual. Fue la única vez que se le vio llorar en Río, donde se ha paseado siempre pegada a una sonrisa, incluso cuando se oscureció el oro.

En sus 1.45 metros de puro músculo conviven el prodigio del deporte, la épica de los campeones y una joven de 19 años que tiene peluches en la cama y una figura a tamaño natural del actor Zac Efron en su cuarto.

“Hay dos Simones, la campeona del mundo y la adolescente, y puede pasar de la una a la otra muy rápido”, contó riendo su abuelo en televisión.

Un torbellino que llegó a asustar a la espartana Marta Karolyi, la coordinadora de la Selección estadounidense y esposa de Bela Karolyi, el entrenador de la mítica Nadia Comaneci.

La única

Con más de 400 mil seguidores en Twitter, a Simone le ha sobrado el tiempo en Río para ser la mejor, flirtear con un gimnasta brasileño con las redes de testigo y hasta para recibir la felicitación de su adorado Zac Efron.

Pero cuando entra en el tapiz se convierte en la máquina de explosividad y precisión que llegó hace tres años al circuito senior para revolucionarlo todo. Tanto que ya tiene un salto con su nombre, uno de los grandes honores de la gimnasia.

El “Biles”, un doble mortal en plancha que acaba con medio giro, no faltó en su espectacular despedida de Río 2016 con el oro en piso.

En el tapiz que le presentó al mundo volvió a volar a ritmo de samba, sonrió y se divirtió como si nada hubiera pasado la víspera, cuando el equilibrio le traicionó en la viga, le recordó que era humana y le arruinó su ambición de convertirse en la primera gimnasta con cinco oros en unos mismos Juegos.

“Me encanta el público, me encanta coquetear con ellos”, afirmó en una de sus múltiples entrevistas.

Y ellos la adoran. Simone Biles es también el sueño americano que emborracha a los focos y con el que sueñan las marcas.

Al final el récord no pudo ser, pero se despide de Río convertida en icono a reencontrarse con la vida que cambió de niña por un deporte que consume a sus héroes sin remordimientos.

Pero volverá, como vuelven todos los genios.

“No soy el próximo Usain Bolt o Michael Phelps, soy la primera Simone Biles”, atajó en Río.

Despedida dorada

La gran estrella de la gimnasia mundial, Simone Biles, conquistó el título olímpico de piso y se va de sus primeros Juegos con cuatro oros y un bronce, igualando el récord de otras cuatro gimnastas legendarias, aunque sin superarlo, como era su ambición antes de llegar a Río 2016.
La plata fue de nuevo para la también estadounidense Alexandra Raisman, defensora del título y segunda en el concurso individual, mientras que el bronce se lo llevó la joven británica Amy Tinkler.

LA FRASE

“Estaba muerta de los nervios, pero sabía que no había tiempo para eso. Es loquísimo. Pienso en lo que he hecho y ha sido una experiencia increíble. Marcharte de tus primeros Juegos con cinco medallas, y cuatro de oro, así no puedes estar decepcionada”.

Simone Biles, gimnasta de EU.

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