Sí se puede

La Liguilla comienza la próxima semana. La otrora fastuosa “fiesta grande” del futbol mexicano se ha venido convirtiendo en la kermés del barrio, porque su brillantez espectacularidad, pero sobre todo su buen futbol se han venido diluyendo, aunque los equipos que se han coronado recientemente podrían opinar lo contrario.

Pero esta degradación del momento supremo de nuestro balompié va directamente proporcional al declive que ha tenido nuestro futbol, si esto le parece apocalíptico, dejémoslo en estancamiento que para el caso es igual de grave, porque desde hace rato pocas son las alegrías que el deporte mas popular de este país nos ha dado.

Decio de María me diría que vea el bosque y no el árbol, pues bien en el bosque que yo veo cada vez sufre más para llegar un Mundial, no festejamos triunfos trascendentes sobre equipos importantes, el bastión para llegar al Mundial fue el Estadio Azteca, al que lastimosamente no lo pudimos llevar a Sudáfrica, haber si así nos iba mejor y no nos quedábamos con la sensación de un Mundial desperdiciado, un futbol envuelto en polémicas grotescas de fiestas, fumadores, trasvetis, interinatos, retiros disfrazados, renuncias y disculpas hipócritas (en algo en lo que también algunos medios tienen su grado de responsabilidad o irresponsabilidad para decirlo mejor), selecciones menores batallan para calificarse o que de plano no van  los mundiales, torneos de poca competencia y donde no hay competencia hay incompetencia, los equipos de convocatoria al parecer la han perdido y ya no llenan sus estadios, y en el que los intereses económicos no lo son todo, son lo único.

Los problemas, los vicios que genera el pantano en el que el futbol mexicano se hunde de a poco, los conocemos todos. Pero no hay la voluntad de cambiar, me resulta difícil comprender que ningún dueño de equipo (o al menos yo no me he enterado) públicamente haya cuestionado siquiera la gestión de Justino Compeán, cuyos resultados deportivos han sido magros, ¿será porque los informes de tesorería son buenos?, y no porque con otro presidente las cosas cambien, sino porque da la sensación de conformidad. Con las cosas como están no parece que el horizonte sea promisorio.

Tal vez lo más sorprendente es que habiendo potencial jugadores clubes y directivos que trabajan de manera ejemplar, y que sus resultados los avalan (y que por desgracia son los menos), no parecen tener acceso a la resquebrajada estructura del futbol mexicano para reforzarla, hace falta altura de miras el firme deseo de crecer y superarse  trascender en el plano internacional que es donde están las grandes satisfacciones.

En breve se presentara un proyecto para mejorar el futbol mexicano.

Soy escéptico, pero a la vez ¿será tan difícil? El reformatear el sistema de competencia, la reducción de extranjeros, el respetar procesos, mejor calendarización, darle salida a los jóvenes de fuerzas básicas en la cancha, no en las reglas, esto creo que es apenas el ABC del cambio, para tener un mejor futbol que creo todos nos merecemos.