Se apoderan del firmamento mundialista

JOHANNESBURGO, SUDÁFRICA (06/JUL/2010).- Emergieron de una lista de 736 jugadores inscritos para disputar el Mundial. Sus nombres lucían interesantes, pero nadie apostaba porque fueran ellos los que le dieran brillo a una Copa del Mundo deslucida. Aparecieron y ahora sus equipos pelean el título más codiciado del balompié internacional. Son los astros inesperados.

Antes del 11 de junio, las discusiones eran polarizadas por nombres como Lionel Messi, Cristiano Ronaldo, Kaká y Wayne Rooney. Ellos se llevaban las portadas de los diarios en el mundo, las entrevistas y los análisis previo al puntapié inicial de Sudáfrica 2010.

Ante su fiasco mundialista, ahora en las charlas futboleras de los aficionados se menciona la destreza de Wesley Sneijder, Thomas Mueller, Luis Suárez y David Villa, como los generadores de pasión, de proezas futboleras y de la esencia del futbol, el gol.

Los nuevos genios, los nuevos virtuosos del balón, los que continúan manteniendo al hincha con la atención fija en Sudáfrica no han escatimado su talento. Tienen a sus selecciones en semifinales, a los adultos comparándolos con cualquier figura añeja y a los más chicos tratando de emularlos ante sus amigos.

Wesley Sneijder fue un desecho del Real Madrid. Un enviado al basurero merengue. Florentino Pérez y Jorge Valdano jamás imaginaron la joya que desperdiciaron y que José Mourinho aprovechó meses más tarde para conquistar la Champions League europea. Es el cerebro de la actual “Naranja Mecánica”, en su versión más avara e hizo válido el pronóstico de Ruud Gullit, de que él sería la figura del Mundial.

Ha gritado cuatro goles en el Mundial. El volante del Inter rompe con su inteligencia, pases de efectividad de 71%, desbordes y disparos el rígido esquema de su técnico, Bert van Marwijk, para corresponder al colorido del uniforme holandés. Es el más sudamericano del seleccionado tulipán, tiene magia y pasión, pero a la hora de hacer daño, es frío hasta en la definición.

El otro europeo en estado de gracia es David Villa. Está hecho un demonio bendito para España. Con sus ocho goles en dos Copas del Mundo ya despedazó el récord del máximo goleador ibérico en mundiales, que poseía Emilio Butragueño con cinco y está a uno de ser el mejor goleador en la historia de la “Furia Roja”, marca en poder de Raúl González.

El ex ariete del Valencia, ahora del Barcelona, hace regates para colocar el balón después en el ángulo de Honduras, falla penales, pero toma revancha anotando a 35 metros de una portería chilena desguarnecida o apela a la precisión de una carambola de dos postes para eliminar al férreo candado paraguayo del Mundial. Es una “mara-Villa” al frente.

En el firmamento de estrellas emergentes aparecen dos aún más jóvenes. De 23 y 20 años, respectivamente. Luis Suárez y Thomas Müller, eran promesas y se convirtieron en protagonistas.

Uruguay le debe al delantero del Ajax de Amsterdam dejar atrás 40 años de fracasos mundialistas. Con goles de cabeza ante México y con misiles desde sus botines frente a Corea del Sur, le ha devuelto la gloria a la antes devaluada garra charrúa. Suárez ha metido hasta las manos sobre la línea de gol para evitar que su equipo quedara eliminado de la Copa del Mundo.

Thomas Müller quizá era el menos conocido, ni siquiera Diego Armando Maradona sabía con exactitud quién era, pero le ha rendido un homenaje al mítico apellido germano que hiciera famoso Gerd, en los 70, siempre en el éxito.

El volante tiene a Alemania asombrada de lo que este atacante del Bayern Munich le ha aportado a su combinado nacional con sus cuatro tantos... y Thomas Müller quiere más.

A pesar de su brillantez, Suárez y el bávaro se perderán las semifinales por suspensión, una tristeza para el futbol, pero junto con Villa y Sneijder se han convertido en las nuevas estrellas, fulgurantes e indiscutibles del futbol internacional, confirmadas en esta Copa del Mundo.