BEIJING,CHINA.- porque nació de una leyenda, la del soldado Filípides que corrió hasta morir en Atenas para anunciar la victoria sobre los persas en Maratón.Dominadores desde hace dos decenios en la distancia, los kenianos habían sido hasta ahora insensibles a la leyenda, privilegiando los premios en metálico de los grandes maratones corridos en primavera y en otoño.Sin embargo, en Pekín, Kenia debería inaugurar por fin su palmarés en la más larga de las distancias, pues ha reunido a sus mejores elementos.Está Martin Lel, tres veces ganador en Londres y doble laureado en Nueva York. Lel está acompañado por el joven Sammy Wanjiru, segundo este año en Londres y plusmarquista mundial de la media maratón, y Kipkoech Cheruiyot, triple vencedor en Boston.La vecina Etiopía, más nacionalista, se apasionó por la prueba en los Juegos desde que Abebe Bikila, soldado de la guardia imperial, triunfó en Roma (1960), corriendo descalzo.Veinticuatro años después de la invasión de su país por la Italia fascista, Bikila cruzó como vencedor el Arco de Constantino. Todo un símbolo.Bikila ganó también en Tokio (1964). Víctima de un accidente de tráfico en 1969. El maratoniano terminó su vida en una silla de ruedas y murió con 41 años.Doble campeón olímpico de 10.000 m (1996/2000), Hailé Gebreselassie perdió la ocasión de unirse a su ilustre compatriota. El plusmarquista mundial (2h04:53) renunció a disputar el maratón en Pekín, explicando que temía la contaminación y el calor húmedo.Un pretexto, parece. Gebreselassie participará a finales de septiembre en Berlín, donde batió el año pasado la marca planetaria (2h04:26.), que se paga mejor que la gloria olímpica.Para añadir un quinto título (todos en hombres) a su colección, Etiopía ha delegado en Deribe Merga (2h06:38) y el más joven Tsegaye Kebebe (2h06:40), impresionante en París.Desde la victoria del pastor griego Spiridon Louis, ganando en los primeros Juegos modernos, en 1896 en Atenas, el maratón está marcado de historias.Como la de Dorando Pietri, en Londres, que entró en cabeza en el estadio. Pero el pequeño italiano, que estaba al límite de sus fuerzas, cayó una primera vez a unas decenas de metros de la meta, se levantó, volvió a caer, se volvió a levantar.Un oficial le ayudó en su quinta estación del viacrucis para cruzar la línea de meta. Vencedor efímero, Pietri sería descalificado. La reina de Inglaterra, emocionada, le ofrecerá un copa de oro.En Berlín, en 1936, fue el japonés Son Kitei quien ganó. Su verdadero nombre era Sohn Kee-Chung, ciudadano de Corea, entonces ocupada por los nipones. Su nombre fue ''japonizado''.Kitei bajó la cabeza cuando fue izada la bandera del país del sol naciente y resonó el himno del Imperio. En 1988, Sohn Kee-Chung, entonces de 76 años, entró en el estadio de Seúl con la antorcha olímpica.En la última edición, en Atenas-2004, el evento fue estropeado por un incidente en el que un agitador irlandés llamado Cornelius Horan empujó el correador brasileño Vanderlei de Lima mientras iba en cabeza, ya en los últimos 10 kilómetros.De Lima perdió entre 15 a 20 segundos de su tiempo a causa de la interrupción, y terminó en tercer lugar, mientras que el vencedor fue el italiano Stefano Baldini.El agitador, especialista en interrumpir actos deportivos, llevaba pintada una profecía de la biblia israelí en su cuerpo