El base del Panathinaikos griego juega con el marcador de las revoluciones al borde de la línea roja siempre. Le gusta correr, anotar, asistir. Le sobra carisma. Pura cuestión de actitud. Mientras Lituania dormía, Jasikevicius se encargaba de solucionar el compromiso.Irán ha conjuntado una selección muy aparente y respetable bajo la supervisión de Toroman. La igualdad que mantuvo hasta el minuto doce (20-21) rebosa mérito porque, en condiciones normales, la diferencia de calidad en relación a los bálticos suena abrumadora.Aunque no tanto. Toroman lo ha hecho bien y los jugadores sienten la camiseta. Pero hay lo que hay. El 20-21 que imperaba en el marcador a los doce minutos se transformó en un 20-33 a los catorce (0-12). Doce fue la diferencia que cerró el primer tiempo (34-36) y despidió a los iraníes. El café hizo efecto en los Lituanos y en el segundo tiempo jugaron a lanzar contraataques sin parar (58-95 m.37).
