La tarde de Rafita y Marco

GUADALAJARA, JALISCO (30/AGO/2013).- Rafita no se imaginó que, tras las rutinarias 17 estaciones del Tren Ligero desde Tabachines hasta el Teletón, se encontraría con su ídolo.

Como lo hace dos veces a la semana durante los últimos tres años, Rafita llegó a su terapia impulsado, como siempre, por su abuela María Elena.

Alguien le avisó que en vez de meterse a su cubículo se plantara en la puerta principal del centro de rehabilitación. "Es el más chiva de la clínica", coincidieron las secretarias.

Y sí, quince minutos después el rostro del niño de seis años se encendió con la presencia del volante de las Chivas, Marco Fabián.

El pequeño, que desde antes de cumplir primero de sus seis años "se iba de lado", como explica su abuela, estaba más firme que nunca. Padece cuadriparesia espástica, "tiene los músculos tiesos", explica Malena, acostumbrada a simplificar los términos médicos.

Ahí estaban, Rafita, clamando por el estímulo de tener cerca a su ídolo. Y el ídolo, en una especie de gira de la redención, buscando el perdón de su afición y lavar una enlodada imagen de todo, menos de futbolista en las últimas fechas. Rafita y Marco, juntos, y sin saberlo, complementándose el uno al otro.

Fabián llegó acompañado por Jorge Enríquez, otro que requiere de más fotos en el Teleton y menos en las redes sociales, y ambos dieron un paseo por las instalaciones del centro ubicado muy cerca del Cerro del Cuatro.

Fabián de la Mora tomó la silla de ruedas de Rafita y se dejó guiar por el niño y por el personal del centro. Rafa, que estaba preocupado porque su silla es amarilla, como los colores del América, olvidó sus tribulaciones. "Mire, es el más hablador y hoy está calladito", señaló la abuela.

En el CRIT, los jugadores del Rebaño regalaron dulces y aliento a los niños que les reconocieron.

"Esto nos demuestra que tenemos que ser un ejemplo", dijo Jorge Enríquez en un arranque de sinceridad.

Marco Fabián, por su parte, aseguró que nadie lo obligó a asistir al CRIT. "Me ofrecieron que viniera y con mucho gusto vendré siempre".

¿Por qué?

Siempre lo he dicho, tengo un gran corazón, soy muy noble y he pasado cosas muy fuertes, así que me gustó mucho llenarme de vida junto con estos niños.

DESPEDIDA

Y de regalo, la camisa con el 10

Antes de despedirse, Marco tenía un último regalo para Rafita, que para entonces había abandonado su silla de ruedas, sostenido, como siempre en la vida, por su abuela.

Ahí, Fabián le regaló una camiseta con el número 10 en la espalda, con todo y la respectiva firma.

Rafita se puso su camiseta, que le quedaba enorme. Un regalo de 999 pesos. A cambio, Marco se llevó la sonrisa de Rafita en la mente, un regalo que le dejó a Marco la sensación de que le quedó debiendo al niño de Tabachines.

EL INFORMADOR/ MARIO ALBERTO VALDEZ