La satisfacción de ser una mascota de los Charros

GUADALAJARA, JALISCO (11/DIC/2014).- Ser la mascota oficial de cualquier equipo profesional no es una tarea fácil, pero es una labor que da múltiples satisfacciones, en ello coinciden Edgar y Ángel, dos jóvenes que visten la piel de las mascotas oficiales en los partidos en los que la novena de los Charros de Jalisco juega como local.

Y ambos coinciden también en algo: la mayor satisfacción que obtienen es ver la sonrisa de los niños y las familias que continuamente ocupan las tribunas de la casa de los Charros, interactuar con ellos y hacer de los juegos de pelota más amenos.

"La sonrisa de los niños, ver a la gente que se pone a bailar contigo y se divierte, es lo más satisfactorio. Me siento feliz y me emociona animar a la gente", dice Edgar, quien añade que esta es una labor que conlleva mucha responsabilidad pues "de uno depende que venga más gente, entre más diversión haya, es más atractivo ir a un estadio".

"Creo que estando dentro te transformas, te metes en el personaje y te esfuerzas para hacer que la gente se divierta", dice Ángel sobre su labor como mascota, quien además dice que los más satisfactorio es "entretener a los niños, hacerlos felices, verlos sonreír".

Tanto Edgar como Ángel no son novatos como mascotas. Ambos jóvenes animadores ya cuentan con la experiencia de haber hecho algo similar, hace tres años, cuando se celebraron los Juegos Panamericanos en la Perla Tapatía.

Pero Ángel dice que la experiencia de aquella ocasión a la de estos días es muy diferente. "Allá todo era un poco más monótono, aquí se demuestra que estamos para ser parte de un ambiente más familiar y en el que te involucras con más gente", subraya.

Los dos animadores dicen que no cambiarían por nada su trabajo, a pesar de lo complicado que sea meterse en el disfraz o lo agotador que pueda llegar a ser el estar durante nueve entradas de pie, pues para ellos, lo importante de esto, es seguir haciendo de los juegos de los Charros más atractivos para el público, pues dentro de un parque de pelota, como dicen "no todo se trata del juego".

EL INFORMADOR / ALAN RODRÍGUEZ