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Deportes | Coronó una gran temporada al conquistar el Abierto de Estados Unidos

La era de Novak Djokovic

El serbio, número uno del mundo, coronó una gran temporada al conquistar su tercer Grand Slam el domingo pasado

Por: AP

Un día después de conquistar el título, Novak Djokovic posa con la ciudad de Nueva York de fondo. EFE / J. Lane

Un día después de conquistar el título, Novak Djokovic posa con la ciudad de Nueva York de fondo. EFE / J. Lane

NUEVA YORK, ESTADOS UNIDOS (15/SEP/2015).-  Novak Djokovic es el tenista más ágil, físicamente el mejor y, ante todo, el más fuerte mentalmente.

La noche del domingo en Flushing Meadows, Djokovic básicamente se encontró solo contra el mundo. Bueno, su esposa Jelena, su cuerpo técnico, un puñado de amigos y el actor Gerald Butler estaban con él.

Esencialmente, el serbio se topó con una situación incómoda, de esas que achican a cualquiera. Los casi 24 mil espectadores fueron a ver a Roger Federer conquistar su decimoctavo título de Grand Slam. Algunos gritaron doble falta cuando Djokovic se preparaba para sacar.

El número uno del mundo, por seis mil 740 puntos de diferencia sobre el perseguidor inmediato, se encargó de desarbolar sistemáticamente al astro suizo, que había alcanzado la Final del Abierto de Estados Unidos inmerso en una racha en la que ganó 28 games consecutivos, con un tenis ofensivo y rejuvenecido a sus 34 años.

Su victoria por 6-4, 5-7, 6-4 y 6-4 sobre el segundo del ranking coronó la segunda temporada del serbio con una cosecha de tres títulos en las grandes citas. A diferencia de 2011, este año alcanzó las finales en todas, perdiendo únicamente ante Stan Wawrinka en el Abierto de Francia.

También se convirtió en el octavo hombre en la historia que ingresa al club de ganadores de 10 títulos de Grand Slam, uniéndose a Federer (17), Rafael Nadal (14), Pete Sampras (14), Roy Emerson (12), Bjorn Borg (11), Rod Laver (11) y Bill Tilden (10).

Contra Federer, luego de conseguir un punto, Djokovic pegó un salto y le dio un puñetazo al aire, mirando sonriente a la gente que alentaba al suizo. Previo al partido, Federer fue presentado como “posiblemente el mejor jugador de la historia”.

Después de su victoria, en los túneles del estadio Arthur Ashe, Djokovic se encontró con Butler, el actor escocés que personificó al Rey Leónidas I de Esparta en la cinta “300”, para pegar el grito de “This is Sparta!”.

Claro está que las tres horas y 20 minutos de juego no tuvieron nada semejante a la Batalla de las Termópilas.

Este es el terreno en que Djokovic más disfruta competir, siendo el villano que se crece en medio de un entorno hostil, preparado para un derroche de garra y flexibilidad de su cuerpo para devolver pelotas imposibles.

Federer “se merece todo el respaldo que recibe”, dijo Djokovic. “Yo tengo que ganarme ese respaldo y ojalá algún día pueda estar en esa posición”.

Aparte de silenciar al público en su contra, Djokovic también ganó la batalla ante Federer, diluyendo aspectos fundamentales de su juego como el saque y el revés. Federer cometió 54 errores no forzados, 17 más que Djokovic, y sólo pudo capitalizar cuatro de 23 oportunidades de quiebre.

Djokovic también neutralizó el “SABR”, las siglas en inglés que aluden a “Sneak Attack by Roger”, o “Ataque Sorpresa de Roger”, la nueva táctica del suizo en la que sube hacia la red para devolver el saque del rival.

Federer lo intentó todo, pero Djokovic tiene el talento innato de obligar a que el rival tome decisiones imprudentes y se vea obligado a la perfección absoluta.

Federer opinó que Djokovic tiene todas las herramientas para seguir sumando títulos al subrayar que “sólo debe mantenerse sano y no perder la ambición”.

A Djokovic le preguntaron si era posible alcanzar los 17 o 18 grandes: “Bueno, ya estoy en doble dígito. Es un honor formar parte de un grupo de leyendas de nuestro deporte”.

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