Domingo, 24 de Noviembre 2024
Deportes | Cinco veleristas tapatíos intentan una expedición que pocos mexicanos han conseguido

La aventura por el Pacífico Sur, día 7

Los textos que se presentan a continuación son el diario de viaje elaborado por Pedro Fernández del Valle, “Perico”, quien ha enviado mensajes de correo electrónico a una lista de amigos y familiares y la cedió a El Informador. Salvo por algunas correcciones, se presentan prácticamente como fueron enviados

Por: EL INFORMADOR

Domingo 10 de abril.- Esta mañana ha sido un poco complicada. La buena noticia es que las baterías ya no están perdiendo carga.

Hace dos horas decidimos cambiar de rumbo, porque el viento viró y mejora nuestro rumbo para cruzar el Ecuador en el paralelo 130. En la maniobra cometimos un error, el cual me costó caro: había aflojado la escota del prevente para hacer la maniobra y el compañero que traía el timón perdió el rumbo a causa de una ola de cinco metros, lo cual hizo que la botavara se cambiara de lugar con una fuerza increíble. Yo estaba pisando la escota y se enredó en un dedo de mi pie: el dedo quedó doblado a 90 grados. Al reaccionar, me tomé el dedo y lo jalé duro hacia adelante para enderezarlo; sólo tronó, pero se acomodó. Ya el “Patas” sacó el botiquín y me vendó dos dedos, ¡que para que se enderece!

Pero todo bien: tenemos rumbo 210 a mil 160 mn del Ecuador. Ya nos cayó un tormentón, la cama del “Poli” quedó ensopada y decidió colgarla en la sala del velero. ¡Parecemos vecindario! ¡Jajaja!

(…)

Hemos pescado dos: un atún y un barrilete; se nos han ido cuatro; vamos mejorando.

El consumo o la pérdida de carga en las baterías nos trae mareados. De plano apagamos todos los aparatos y sólo dejamos los refrigeradores, el radar y el piloto automático prendidos, pero ayer en la mañana se habían bajado de nuevo; entonces, sólo hemos dejado los refrigeradores, porque gastamos combustible cada vez que prendemos el generador.

Nos aventamos desde ayer en la mañana sin piloto automático. Vientos de 20 a 23 nudos, olas de hasta cuatro metros. La veleada ha estado increíble pero cansada: los turnos son de una hora al timón, una hora acompañando al siguiente y así sucesivamente, lo cual te da dos horas de descanso por dos de velear. La noche estuvo nublada, nos llovió un poco; no se veía nada: tenías que ir veleando con instrumentos.

Ayer en la tarde, Javier se dio a la tarea de ver que está pasando con las baterías. Encontró un polo de una de ellas suelto; pensamos que ése es el problema. Vamos a ver si la carga aguanta y nos dura.

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