La Temporada Grande inicia con lleno en la México

CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO (07/NOV/2010).- Gran ambiente se vivió en los alrededores de la Monumental Plaza México con motivo de la inauguración de la Temporada Grande 2010-11, en la cual se presentó un cartel de los llamados "no hay billetes".

Puestos ambulantes de comida rápida y de artículos alusivos a la fiesta brava, fueron visitados desde temprana hora por cientos de aficionados, muchos de ellos todavía en busca de un boleto para presenciar la magna corrida inaugural en la que estarán los diestros mexicanos Eulalio López "Zotoluco" y Octavio García "El Payo", así como el español Enrique Ponce.

El coso monumental registró una gran entrada que rebasó por mucho los 35 mil aficionados, en lo que fue el primer gran lleno de esta Temporada Grande para empezar con el pie derecho.

Lo que se extrañó fue la presencia de los defensores de los derechos de los animales, a quienes al parecer se les olvidó o ni se enteraron que hoy comenzaba el serial mayor taurino más importante del país.

Para prevenir algún tipo de disturbio un numeroso grupo de vigilantes del orden, entre granaderos y policía montada, resguardaron los alrededores de la plaza en espera de estos visitantes "no bienvenidos", sin embargo, los aficionados pudieron ingresar al coso sin problemas.

A pesar de que los boletos de entrada pueden ser adquiridos en el sistema de venta por teléfono, los aficionados más tradicionalistas prefirieron acudir a formarse a las taquillas, como lo manda la historia en la que la búsqueda y lucha por conseguir el mejor lugar siempre se ha dado en este escenario.

La que no faltó a la cita fue la reventa, luego que varios de sus "discípulos", se apostaron en diversos puntos alrededor del coso para ofrecer las entradas a precios hasta cierto punto no tan exagerados como en otras ocasiones, aunque un boleto de primera fila en barrera en sombra se cotizó hasta en dos mil pesos en el "mercado negro".

Como siempre la policía únicamente mostró su presencia en espera de algún conflicto que se pudiera dar, por lo que los revendedores pudieron trabajar sin ningún contratiempo y en ocasiones ante la mirada pasiva de los uniformados.