Domingo, 24 de Noviembre 2024
Deportes | Manuel Saucedo Reyes, fotógrafo

Guadalajara: amable, segura y muy bonita

Manuel Saucedo Reyes, fotógrafo

Por: EL INFORMADOR

Manuel dice que ahora la gente puede tomar fotos con el celular, su trabajo ha venido a menos.  /

Manuel dice que ahora la gente puede tomar fotos con el celular, su trabajo ha venido a menos. /

GUADALAJARA, JALISCO (31/OCT/2011).- Manuel Reyes Saucedo se pasea por la Plaza Guadalajara, buscando clientes. Con su vieja Polaroid, intenta pescar a algún turista que quiera tomarse una foto en el letrero de Guadalajara 2011, frente a la Catedral; sin embargo,  lamenta que cada vez es más difícil hacer su trabajo, ya que hoy en día cualquiera puede tomarse una foto con un celular: “La tecnología nos acabó”, dice con melancolía. Aun así, Reyes Saucedo está dispuesto a tomarle la foto a cualquier interesado en su trabajo, que sigue brillando por su calidad. Durante esta edición de los Juegos Panamericanos, el fotógrafo notó que el aspecto de la Plaza Guadalajara y otros lugares del centro histórico cambiaron, “vimos gente de muchos países”.  Asegura haber tomado parte en la Justa Panamericana asistiendo a algunos estadios donde México participó. En su opinión, Guadalajara es una ciudad ideal para recibir turistas: “Es una ciudad amable, segura, y muy bonita”.

LA CAMINATA
Los Cordero, gente como uno

Por Vanesa Robles


Gente como uno, con una familia que a la hora de la excursión se hace de 50, los Cordero, adeptos y asociados llegaron a Guadalajara a las cinco de la mañana. Con todo y el viaje llegaron animosos, buenos para los gritos, pacientes. Vinieron al maratón con motas de rafia tricolor; el apellido bien puesto en camisetas; carteles en los que la Virgen de Guadalupe acompaña al ilustre de la familia, el corredor Carlos Cordero, y carteles con una orden muy mexicana: “Cordero. Échale huevos”.

Salieron en tres autobuses, desde Guanajuato, León e Irapuato, la ciudad de Carlos. Gente como uno, cargaron media docena de matracas para hacer ambiente, anilinas verdes, blancas y rojas para pintarse la cara, garrafones vacíos para armar la tambora, pero —gente como uno— olvidaron comprar agua y comida. Desmañanados, la sed y el hambre no los amilanaron. Al contrario, los Cordero contagiaron las porras, inauguraron la ola, hicieron una voz del murmullo de cientos: “¡Yo sí le voy-le voy a Cordero!”.

Tuvieron suerte. Carlos, su gallo, se la jugó en la competencia que le sacó el alma panamericana hasta a los más amargados.

Al frente de la fila y a un lado de la porra, Ideth Palato, la esposa de Carlos hablaba sencilla y tímida de que hace cuatro meses empezaron las ausencias de su esposo en la casa y la tienda de abarrotes de ambos, pues el corredor empezó a entrenar con más intensidad. Los hijos de ambos, Roberto, Paola y Alejandro, de trece, nueve y siete años, lamentaron que tenían días sin ver al padre. Alguien de la bola lamentó que no recibe apoyo oficial.

Gente como uno, tras dos horas, 16 minutos y 37 segundos de tensión, los Cordero vieron desde sus propios ojos cómo los que iban a celebrar se apellidan de otro modo, Siva, y viven en otro país, Brasil: Solonei Siva llegó a la meta antes que nadie, con mucho tiempo para bailar samba y relajar las piernas.

A varios metros de la pista, los Cordero debieron aguantar que Carlos no llegó segundo ni tercero, sino sexto en la competencia. Sus hijos Roberto Carlos, Paola y Alejandro tenían rostro de desconsuelo. ¿Están muy tristes? “Tenemos hambre”, replicó el más pequeño: gente como uno.

El resto —el resto adulto— se entristeció, hasta que alguien recordó que está de lujo tener un maratonista entre las filas familiares y se oyó la orden: “Vamos a buscar algo de comer”.

Gente como uno, algunas veces le va bien y otras mal a la familia Cordero, que a la hora de la excursión se hace de 50 y que cuando pierde recuerda que no es perfecta, pero se da abrazos sinceros.

EL ANECDOTARIO

CHAPUZONES

El primer día de competencias, el sábado 15, una chica del equipo de animadores se cayó a la alberca del Centro Acuático Scotiabank ante la vista de los primeros deportistas, los voluntarios y el incipiente público. La experiencia estuvo cerca de ser repetida por numerosos entusiastas que se quedaron, la noche del sábado 29, después de la sesión final de los clavados, entre periodistas, voluntarios, empleados y aficionados. No les dieron permiso, ni siquiera de brincar a la alberquita de cuadros de hulespuma que sirve para entrenamientos.

LA INCORRECTÍSIMA TELE

El tiempo real le juega pésimas pesadas a los equipos de televisión y la tensión de todas las señales que las televisoras nacionales debían administrar le pasó factura a más de alguno. Inventor del “Juayderrito”, Joaquín López Dóriga agregó a su anecdotario personal la felicitación a Marisol Romero, la atleta que, dijo, ganó la carrera de los 10 mil kilómetros —el diámetro de la Tierra es de 12 mil 756 kilómetros—. Por el estilo estuvo la conductora local que describió que los halterofilistas levantaban barras con varias decenas de kilómetros de peso.

PELUCHES A LA CARTA


Los deportistas premiados con una medalla recibieron, en lugar de ramos de flores, peluches de las mascotas panamericanas, primero con el orden de un Leo al ganador del oro, un Gavo por la plata y una Huichi por el bronce. Con los días, comenzó el trueque “ilegal” de peluches, y los atletas se dedicaron  a intercambiar a los muñecos por otros que les gustaran más. Dicen que la venada rosa era la favorita de las niñas y que muchos varones, al verla “femenina”, intentaron cambiarla; ¿qué pasó con esa discriminación, muchachos?

CLICHÉ EN PANAMERICANOS

Ese grito, que recuerda al perro de Mickey Mouse, y tantas veces usado cuando juegan las Chivas, el Atlas, los Estudiantes, el Cruz Azul… y toda esa lista interminable, estuvo presente en los Juegos Panamericanos. Qué decir: ni las mujeres se salvaron.

Las  gradas de los diversos complejos panamericanos resonaron –hasta podríamos ganar medalla por sincronización– cada vez que entraba en juego algún rival de México en el polo, volibol, beisbol, futbol y otros deportes. La pregunta obligada: ¿Y la educación, ‘apá’?

TODO SEA POR LA IMPARCIALIDAD


No les gustó el resultado. Mejor dicho: la actuación de los jueces no les pareció adecuada en nado sincronizado. Por eso, una señora y un señor, ambos de la tercera edad, acudieron a las afueras del complejo acuático  para, con carteles en mano, exigirles “imparcialidad” a los encargados de dar las calificaciones. Una de las frases expresaba: “Jueces: México no pide regalos. Exige justicia e imparcialidad”. La manifestación duró hasta que la Policía Federal les pidió retirarse.

NO CONTABAN CON SU ASTUCIA

Expulsaron a los chapulines. Si se hablara de política, eso sería razón seria para celebrar y tomarse, cuando menos, una semana de asueto.

Aquí los expulsados fueron brasileños. Con su atuendo, que recordaban a aquel personaje que inmortalizó Roberto Gómez Bolaños, “Chespirito”, tres hombres fueron sacados del complejo de volibol por la Policía Federal.

¿La razón? No quedó clara. Ellos alegaban que tenían boleto, mientras que otros testigos del hecho decían que no ocupaban sus lugares.

LAS HIZO VER EL CIELO


El brasileño César Cielo demostró su maestría. La anécdota no está en sus aleteos. Ni siquiera en las ocho medallas con las que demostró ser el rey de la natación. La verdadera historia de color está en la fascinación que causó en más de una –y probablemente de uno– admiradora: en la ley cotidiana y mundana de la atracción, pues.

Para muestra no basta un botón, pero sí una fecha: 22 de octubre. Cielo hizo pruebas físicas a un costado de la Expo Guadalajara, y sus fans, solidarias, lo acompañaron durante el acto.

PROTESTAS EN EL VOLIBOL

El conflicto de los boletos en Guadalajara 2011 llegó a su climax cuando durante las semifinales del volibol la gente que asistió al Complejo Panamericano de Volibol, tras ver que no podrían entrar al recinto, cerraron parte de la Avenida Ávila Camacho como señal de protesta porque no podían pasar.

Las peticiones de los asistentes que bloquearon la avenida era que por lo menos los foráneos pudieran ingresar. Al final se impuso la cordura se abrieron las puertas del recinto y la gente entró y liberó la avenida.

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