Jueves, 19 de Septiembre 2024
Deportes | Por Jaime Gallardo

Farsa hidratada

Por Jaime Gallardo

Por: EL INFORMADOR

Que las televisoras traten de beneficiarse de todas todas con la explotación impune del futbol se puede entender. ARCHIVO  /

Que las televisoras traten de beneficiarse de todas todas con la explotación impune del futbol se puede entender. ARCHIVO /

Un absurdo más en el grueso expediente que tiene nuestro futbol se dio en la actual Liguilla. De pronto se le ocurrió a alguien la idea de tener cortes comerciales en la transmisión de los partidos de futbol, que no es novedad, pues hubo intentos similares que no prosperaron porque los partidos no se podían interrumpir; en esta ocasión se buscó la forma de detener el juego con una pausa de dos minutos, como en la NFL, a la mitad de cada tiempo para emitir comerciales, la solución fue el recurrir a una pausa para la hidratación de los jugadores, práctica que se realiza en plazas donde se juega en condiciones extremas de calor y humedad, para salvaguardar la integridad física de los futbolistas; se efectúa cuando el árbitro lo juzga pertinente y no cuando se lo indica el floor manager.

Sin previo aviso, fue extraño que en la templada tarde del miércoles en el Omnilife, y bajo la llovizna nocturna en el Azul se convocara a beber líquidos cuando las condiciones eran óptimas para el desarrollo normal del partido.

La insaciable sed de utilidades de las televisoras han obligado a los equipos a jugar en condiciones inhumanas porque así conviene a su programación, y si para ello un ser humano debe realizar una actividad física a las tres de la tarde a más de 40 grados de temperatura con el 90% de humedad, no importa.

Ahora hay que hidratar para mandar a comerciales porque así conviene esta vez. Al darse cuenta del engaño, el medio reaccionó indignado, pues queda claro que las televisoras no tienen llenadero, y toman decisiones que inciden en el desarrollo del partido, lo cual es grave porque atentan contra la esencia del balompié con la complicidad de la Federación Mexicana de Futbol (FMF).

Que las televisoras traten de beneficiarse de todas todas con la explotación impune del futbol se puede entender. Pero lo realmente delicado y preocupante fue el patético papel dócil e indiferente de la FMF, que cual arrastrado lacayo aceptó sin chistar la imposición y que con sumisión acataron los árbitros que se supone deben aplicar el reglamento. Se comprueba con hechos lo que es del dominio público, que los intereses económicos rigen los destinos del deporte más popular de este país lo hacen a su antojo y sin límites, porque tienen en la FMF la covacha de sus gatos.

Lo rescatable en este episodio fue el rechazo inmediato y unánime del medio y la afición, a algo que era mucho más que el simple hecho de detener un partido para que los jugadores tomaran agua, sino a la tomada de pelo y ser tratados como tontos, pero la presión hizo recular a quienes tomaron la decisión.
Otra hipótesis podría ser que el torneo de Liga no les dejó los dividendos que esperaban y buscaron exprimir la Liguilla. La molestia no es porque sean tontos, sino porque se quisieron pasar de listos.

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