El frontón, un deporte de barrio visto como ''el paraíso''

GUADALAJARA, JALISCO (08/MAY/2013).- La unidad entre los distintos barrios "bravos" de la Zona Metropolitana se logra sólo con 40 pesos. Tal es la inversión que se hace para obtener la herramienta que unifica: una pelota de goma. Sólo resta buscar un muro alto para arrojarla, y un suelo parejo donde correr tras ella para rebotarla a la pared en un ángulo que represente dificultades al contrario, a fin de que éste pierda el tiro y un punto en contra le sea marcado; los característicos insultos de un duelo entre camaradas, y apostar desde 10 hasta 500 pesos por el ganador, agregan sabor al duelo.  

En el frontón de calle, el que se juega con las manos y cobra factura con callos, la vida es "un paraíso". Así define sus 42 años de carrera en la informalidad del deporte uno de los íconos de la pelota vasca en la Unidad López Mateos: Jaime Flores, "La Quina", apodo resumen de "La Máquina", como se le conoció en sus buenos tiempos.

Junto a él se encuentra media docena de jugadores expertos en el arte de golpear la pelota con las manos desnudas. Pero piden que la grabadora capte la voz de "La Quina", y sea él quien explique la belleza del deporte. Se despabila y alude a la "cruda" que tiene, para acto seguido entrar sin rodeos y acabar de inmediato con los mitos sobre apuestas: "Claro que hay, es lo que le da sabor al juego. Imagínate, si es de gratis y me rebotan la bola (en un ángulo complicado), la dejo ir. Pero si el juego es por feria, hasta me aviento de cabeza".

"Por ejemplo, en Talpita, que es un barrio bravo. Yo un día me gané, por decir, 300 'varos'. Y luego los compartí con ellos: que una caguama, que unos 'chescos'. A toda la gente me la gané. Al rato que iba a jugar me echaban más porras a mí que a ellos, y me decían: 'pin... Quina, ¿de qué corona gozas?'".

La jornada inicia a las siete de la mañana y termina cuando la luz en el complejo deportivo se apaga. La duración de los duelos no importa, pues depende de la destreza de los contendientes. Pero el espíritu que obligadamente se impone es "el carnalismo", un rato con las amistades cuyo vínculo se fortalece a cada golpe dado al esférico.

Gonzalo Javier Hernández es otro de los peloteros. Y pese a que frontón es la cancha donde se juega, y lo que se practica en su interior se llama simplemente "pelota mano", él y la mayoría de los jugadores en Guadalajara dicen que juegan "frontón de mano". Punto. Así lo han conocido desde hace años, y ese deporte es lo que los reúne cada día en las canchas de "la López".

"La Quina" lamenta que el apoyo a las promesas de esta modalidad en la pelota vasca sea nulo, pues "hay mucho morro" que tiene un futuro promisorio. "La autoridad está muy mal, en vez de enseñar a los chavos y poner maestros para que le peguen chido, para que dejen las drogas o cualquier otra ching...".


'Carnalismo' que sobrepasa los barrotes de una prisión

El penal de Puente Grande es una zona fuertemente protegida, pero las autoridades carcelarias hacen la excepción cuando de impulsar el deporte se trata. Y con esta oportunidad de recreación es que, mes con mes, el grupo de peloteros que practican "frontón de mano" en la unidad López Mateos visitan a los internos para disputar un encuentro y una comida con ellos.

"Y juegan bien, pues están todo el pin... día jugando, imagínate. Aparte hacen una comidota;  sabe cómo le harán. Y el respeto está bien machín, no nos ven feo y cotorreamos chido".

El sitio del encuentro es el Centro de Readaptación Social (CRS) del núcleo carcelario metropolitano, donde el terreno de juego goza de gran limpieza, aunque el campo se limita a una barda y no a un espacio protegido con mallas, como sí ocurre en su terreno de juego. "A veces nos juntamos unos 20, vamos a convivir con los vatos; es para que todos estemos a gusto. Es más: si vas ya no te quieres ni salir", concluye.


EL INFORMADOR / ISAACK DE LOZA