GUADALAJARA, JALISCO (01/MAR/2017).- Aunque a distancia, la relación entre Jalisco y el pitcher Miguel González siempre ha sido estrecha, casi íntima, la labor del pelotero jalisciense en las Grandes Ligas causa repercusiones en su natal Pegueros, pues sin importar por quién lance, el pueblo que lo vio nacer detiene su curso para apreciar cada momento en donde el “Mariachi” se vuelve protagonista en la Gran Carpa.El trato de Pegueros hacia Miguel es el de un padre orgulloso hacia su hijo pródigo. Por fortuna para Jalisco, ese amor es correspondido y ahora, de cara a que lance por primera vez en su tierra dentro del Clásico Mundial de Beisbol 2017, el “Mariachi” cuenta las horas para estar frente a su gente en la lomita de México.— Es la primera vez que estarás lanzando en tu Estado y frente a tu gente. El escenario es inmejorable, ¿cómo visualizas el día de tu debut en el Clásico Mundial?— Agradezco a Édgar (González, mánager de la Selección mexicana) la oportunidad que me ha dado para representar a México en mi tierra, en donde nací, hay mucho por agradecer. Estoy contento y con mucha ansiedad de estar con el equipo. Voy a lanzar en un estadio nuevo para mí, he jugado invierno, pero nunca en el Estadio de los Charros de Jalisco, vamos a darlo todo por los fanáticos, por mi familia y por mi México.Será una bendición y no hay palabras para decir lo que estoy esperando del Clásico, es una oportunidad que quizá no se dé otra vez en mi carrera. Me preparé bastante bien para el Clásico y será otro nivel. — Édgar González ha reconocido que tu nombre es el que más suena para abrir el segundo juego ante Puerto Rico, ¿cómo afrontar este reto si llega a darse?— Uno nunca sabe cuántas oportunidades nos dé para representar a México. Ya antes me he enfrentado contra Puerto Rico en el pasado y por eso fue que Édgar piensa en esa posibilidad. Él piensa que sería un buen duelo y él decidió que yo iniciara contra ellos el día 11 en el segundo juego. Sabemos muy bien que ellos siempre han tenido talento y recién ganaron la Serie del Caribe. — Precisamente en ese tema y aunque no te tocó estar en la Serie del Caribe, ¿ésta puede ser una revancha perfecta para México contra Puerto Rico?— Ellos vienen con hambre y fueron los campeones, ahora van a querer hacer lo mismo y de momento hay muchos retos. En los torneos que son cortos uno tiene que prepararse, en la Serie del Caribe fue un juegazo, los pitchers se fajaron y lamentablemente perdimos por uno a cero. Así serán los juegos del Clásico. No hay que permitir que vuelva a pasar algo como en Culiacán. —¿Hay algún pelotero rival al que haya que tenerle especial cuidado?— Honestamente no le pongo mucha atención a eso, pero Carlos Beltrán es uno de los de cuidado, ha tenido una tremenda carrera y como él hay varios. También hay muchos jóvenes con tremendas campañas… talento habrá. — En general, ¿qué opinión te merecen los rivales de México en esta primera ronda?— En la primera ronda los equipos más difíciles van a ser Puerto Rico y Venezuela, esos dos equipos son los claves, pero cualquiera nos puede ganar. Uno como abridor tiene que estar siempre preparado. Sabemos que (Yovani) Gallardo tiene mucha experiencia en Grandes Ligas y él sabe pitchar, ha tenido buena carrera y pues gracias a Dios también yo tengo la oportunidad. — Ahora que mencionas a tu compañero Gallardo, se habla mucho de que la principal virtud de México en este Clásico son precisamente sus lanzadores, ¿esto te genera una presión extra?— Me encanta que nos pongan esa presión a nosotros, uno como abridor se tiene que preparar para cualquier cosa y dar lo mejor que se pueda cada vez que te den la bola. En situaciones difíciles hay que tratar de calmar un poco el juego, eso es lo que he aprendido yo en mi carrera. Sé tranquilizarme y respirar, hacer mi pitcheo en situaciones difíciles y eso es importante, la calma nos llevará a la siguiente ronda.Acostumbrado a que su familia y amigos lo vean por televisión defendiendo a los White Sox de Chicago, Miguel ya espera con ansias el día en donde Édgar González le encomiende los controles de una Selección mexicana que nunca había lucido más fuerte en el Clásico Mundial. Cuando tenga los reflectores del mundo sobre él, y sus más cercanos puedan verlo en vivo y a todo color, el “Mariachi” tratará de romper esa ley popular que asegura que nadie es profeta en su tierra.Temporada de revancha en Grandes LigasConsciente de que la pasada no fue su mejor temporada en las Grandes Ligas, Miguel González sólo piensa en brillar este 2017 con los White Sox de Chicago para volver a demostrar la calidad que lo llevó a sobresalir anteriormente con los Orioles de Baltimore.“Me siento contento, sé que tuve una media temporada mala (en 2016), no me sentía a 100%, pero eso nos puede pasar a todos. Uno tiene que ser fuerte de cabeza y seguir adelante; hay tropiezos en la vida, pero hay que saber levantarse y seguir en el trabajo. Esto es a lo que yo me dedico y me encanta y fascina, juego con el corazón y me preparo cada día para tener éxito”, compartió el jalisciense.En pleno spring training y en vísperas del Clásico Mundial de Beisbol 2017, el “Mariachi” recordó que su principal motivación deportiva la encuentra al recordar el trago amargo que superó en marzo de 2016, cuando Orioles lo dejó como agente libre y a la brevedad encontró un nuevo lugar en la Gran Carpa.“El año pasado empecé un poco lento, empecé en Triple A y cuando me dejaron ir los Orioles yo no sabía si iba a tener trabajo en otro lado en Grandes Ligas, porque fue tarde en el spring training. Sin embargo no me dejé caer, me levanté, seguí adelante y en tres semanas ya estaba de regreso en Grandes Ligas, eso es algo muy raro que le pase a los jugadores. Hay que tener esa cabeza fuerte”.Este 2017 servirá como revancha para Miguel González, pues después de defender a México en el Clásico Mundial, el pelotero se dedicará a mejorar sus números en Grandes Ligas, ya que en 2015 y 2016 terminó con la estadística en su contra respecto al récord de juegos ganados y perdidos.LA CIFRA23 aperturas tuvo Miguel González la temporada pasada, con marca de cinco ganados y ocho perdidos.
