Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Deportes | Espectáculo triste y peligroso con bengalas

El Jalisco vuelve a vivir el color de un Clásico

Las barras de Chivas y Atlas se dan cita para presenciar el duelo entre Chivas y Atlas

Por: EL INFORMADOR

Las barras del Atlas entraron con mucho ánimo al Estadio Jalisco.  /

Las barras del Atlas entraron con mucho ánimo al Estadio Jalisco. /

GUADALAJARA, JALISCO (30/OCT/2011).- Las bengalas hicieron su aparición en el Estadio Jalisco, seguidores de Chivas que se ubicaron en la zona alta sur lograron meterlas, a pesar de la revisión que se suponía, la gente de seguridad debía realizar para evitar que se colaran.

Al momento de que el chiverío entró en el campo, éstas se prendieron y los colores rojo y verde alumbraron la parte donde se encontraban, haciendo que más de uno se preguntara “¿Acaso no están prohibidas?”. Lo malo e impertinente del asunto, que de por sí ya era reprobable, fue que esas mismas bengalas fueran arrojadas a las gradas de la parte baja.

No bastó esto para que la seguridad del estadio mandara a su gente a tratar de evitar que se encendieran más, pues tuvo que pasar todo el primer tiempo y hasta que cayó el gol de Chivas, que fue cuando más artefactos de estos se prendieron, que la seguridad llegó. Al final se reportó extraoficialmente que fueron seis los detenidos por esta falta.

Volvió el colorido a un olvidado Jalisco

Como dos tribus preparándose para la pelea, así lucían las dos barras, por el costado sur la rojiblanca, por el costado norte, la rojinegra; con sus cánticos acompañados de los tambores e incitándose y dándose valor previo al arranque del encuentro.

Fue una noche que ya extrañaba el Jalisco, aunque extrañamente no se llenó o quizá el furor de los Juegos Panamericanos le jugaron de tú a tú, pues eran aproximadamente 50 mil las almas que se congregaron: muy buena entrada.

Las caras pintadas, los bellos rostros, las playeras retro, el concurso de ver quién tenía la panza más grande, los gritos de los vendedores, las calles alrededor del estadio llenas, tanto de transeúntes como de autos buscando dónde estacionarse, las carriolas con los niños, las parejas compartiendo su cariño a equipos diferentes, los sombreros mexicanos, globos, hermosas modelos, las personas preguntando si sobraba un boleto, el olor de los tacos de tripa, de asada, de cabeza, la birria, todo se volvió a congregar en un Estadio Jalisco que ya parecía estar olvidado, que abrió sus puertas con la tristeza de no haber sido tomado en cuenta para la llamada “Fiesta de América”, pero con la satisfacción de que los aficionados al futbol lo volvieron a regocijar con su presencia ante un clásico tapatío.

El partido estaba comenzando y el mosaico fue llamativo: a pesar de que Atlas era local, sus seguidores se veían como una mancha rojinegra en la zona baja norte, ante el dominante rojiblanco que inundó al coloso de la Calzada Independencia.

Los locales trataron de defender su territorio con su clásica música del sonido local, sus cánticos, pero fue inútil, todo intento se ahogó ante el “¡Chivas, Chivas!”. Sin embargo, tal cual David y Goliat, al momento del empate de los Zorros, sus seguidores despertaron y elevaron la voz emparejando los niveles.

Al final, ninguna de las dos tribus se fue con la victoria, pero sí con la satisfacción de que los suyos dieron un espectáculo que valió el boleto pagado.

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