GUADALAJARA, JALISCO (31/AGO/2016).- El talento para saltar le viene de nacimiento al medallista olímpico tapatío. “A los tres años lo vi tirarse un clavado en un río y acomodó muy bien sus pies y me llamó la atención. A los seis años se tiraba de mis hombros y un año después lo llevé a Los Camachos, donde me pidió permiso para tirarse de un trampolín de ahí, aunque duró media hora, dio una vuelta y media y cayó de panzazo, pero me di cuenta que quería hacer deporte”, cuenta Germán Sánchez Molina, el padre del clavadista tapatío.Don Germán siempre ha sido apasionado del deporte y buscó desde un inicio transmitirle esa pasión a su hijo, sin importar qué disciplina quisiera practicar, pero hubo un momento clave para que los clavados se convirtieran en la pasión de Germán Saúl Sánchez Sánchez. “Me dediqué a buscar un deporte, no lo encontré y en una ocasión en un cuaderno él vio una imagen de Fernando Platas entrando al agua y fue cuando me dijo que quería hacer eso. En ese momento vi un brillo en sus ojos que no podía describir, era algo muy especial”.La búsqueda de Don Germán tomó tres años en terminar, cuando decidió llevar a su hijo al Code Jalisco a que formara parte de la escuela de alto rendimiento en clavados, aunque al principio las puertas se le cerraron. “Me dijeron que llegué tarde, que se había pasado de la edad”, recuerda Don Germán, quien prefirió no contarle a su hijo sobre el rechazo y recordó algunas anécdotas que terminaron por abrirle las puertas al pequeño de 11 años.“Les dije en el Code la afición que tenía para hacer los lances, que él me pedía que lo tomara de las manos para que se diera las vueltas, que en los parques se colgaba de árboles (…) era parte de su inquietud, el ser intrépido, pero con seguridad; les dije también que se me escapaba de las manos en la arena para subirse el ring en funciones de lucha, se aventaba mortales desde la tercera cuerda. Les conté todo eso y lo admitieron al final, checaron su flexibilidad y lo vieron lanzarse desde el bordo y me dijeron que al día siguiente llegara con su toalla y su traje de baño, uno que le compré por 30 pesos”, recuerda.A partir de ese momento, el resto ha sido historia. “Nunca pensé que fuera llegar a ser algo formal, sólo lo veía como una forma de entretenimiento, pero cuando empezaba a ganar competencias nacionales me di cuenta que iba en serio. Sentíamos bonito, aunque también se sentía feo cuando él se quedaba a dormir en el Code, porque se despegaba del hogar, de nosotros, me dolió mucho porque aún lo veía chiquito”, confiesa su madre, Leticia Sánchez.El nivel de Germán Saúl fue creciendo rápidamente, lo que a sus 16 años le permitió iniciar con una carrera internacional que comenzó con los Juegos Olímpicos de Beijing y que a partir de ese momento lo han llevado a evolucionar y convertirse en uno de los mejores clavadistas del mundo.“Él se enganchó con los clavados por el grado de dificultad y de responsabilidad que implican, es por lo que tiene pasión y sabe que tiene que hacerlo bien. Lo hemos visto siendo cuidadoso, a pesar de las lesiones que son parte de un atleta, pero él ha tomado con responsabilidad su trabajo, no es intrépido sólo por arriesgarse”, agrega su padre, que junto con toda la familia tienen un espacio en casa dedicado especialmente a los triunfos del “Duva”, donde están colocadas medallas, reconocimientos y publicaciones en distintos medios de comunicación.A partir de entonces, el “Duva” pasa más tiempo fuera de casa que en ella, pero nunca deja de contar con el apoyo de su familia, quien a veces lo acompaña en sus viajes y competencias internacionales, pero que también lo espera con gozo al término de cada triunfo.“Cada que regresa nunca esperamos a la medalla, siempre esperamos al hijo; las medallas han durado una semana en la maleta, nos hemos acostumbrado a recibir al hijo amado, al que queremos, al que con estar en una competencia ya es un ganador”, concluye Don Germán Sánchez Molina.EL FUTURO La medalla en RíoEn los más recientes Juegos Olímpicos, celebrados en Río de Janeiro, Germán Sánchez logró convertirse en doble medallista olímpico al ganar la plata en la prueba individual de clavados desde la plataforma de 10 metros, en cuya Final la familia del tapatío fue testigo.“Fueron muchos nervios, muchos sentimientos encontrados porque había extranjeros que nos apoyaban y sentíamos bonito que estuvieran con uno, pero muy nerviosos, hasta me enfermé en ese rato, pero cuando vimos que inició la Final y se ubicaba en los primeros lugares pedíamos que el tablero no se moviera, pues aún faltaban competidores fuertes, pero se mantuvo”, dice Doña Lety, madre del clavadista.Tras la quinta ronda de la Final, donde Sánchez Sánchez se ubicaba ya en puestos de podio, un respiro comenzó a llegar para la familia del tapatío, que una vez finalizada la competencia estalló en alegría junto a las personas que les rodeaban.“No hay palabras, no se sabe lo que se siente en el corazón y en el alma; lo que yo quería era que él pasara junto a nosotros, que nos viera porque él no sabía en qué parte de las gradas estábamos, pero cuando pasó le aventé la bandera, se la puso”, continúa Doña Lety, quien hasta que concluyó la Final supo que su hijo competía lesionado.“No sabía hasta qué grado era su lesión, no sabía por qué la gente que nos conoce nos abrazaba y me decían que era un milagro que hubiera ganado una medalla; él nunca nos dijo para no preocuparnos, nos decía que oráramos por su brazo, como normalmente, pero sí estaba muy mal, pero se olvida todo y sólo disfrutas ese momento en el que ganó”.Ahora, la familia del “Duva” sólo se dedicará a disfrutarlo después de este triunfo, olvidándose por un momento del atleta y recibirlo como el hijo que triunfó y al que le depara un futuro más brillante que su presente.“Yo no lo he escuchado decir ahora después de Río que quiere estar en Tokio, antes sí lo hizo, pero ahora no, pero ya Dios dirá ahí y también su cuerpo”, dice Don Germán, padre del clavadista, aunque Giselle, hermana del “Duva”, tiene otra sensación. “Lo mejor está por venir, si esto fue bueno, lo mejor viene (…) esta medalla va a pasar a la historia y algún día la de oro puede llegar”.Bautista, el mentorDesde hace 13 años, Germán Sánchez forma parte de la escuela del entrenador Iván Bautista, quien a lo largo de este tiempo ha estado lado a lado con el clavadista, creándose así una gran amistad que ha trascendido más allá del plano deportivo.“Germán es un tipazo, es un atleta que todo entrenador quisiera tener. Tiene una mentalidad muy preparada y educada para enfrentarlo todo, es un buen mexicano que sabe lo que quiere y es ahora una figura deportiva que puede ser ejemplo para toda la niñez mexicana que cuando se quiere y se trabaja con valores se puede lograr una meta”, comparte Bautista Vargas, quien ha pasado de todo durante la carrera del “Duva”.El entrenador de clavadistas señala que a lo largo de todo este tiempo siempre ha tratado de transmitirle al “Duva” la idea de competir como un guerrero, siempre con la idea de trascender y querer ganar a través de una actitud positiva que sea el motor para hacer las cosas, idea que también ha sido fortalecida por la educación que el mismo clavadista trae desde el hogar.“El ‘Duva’ cuenta con una admirable familia que le ha dado la educación, la disciplina y respeto para trabajar y lograr sus metas. Ha respetado y trabajado con todo lo que le hemos solicitado, ha visto su potencial con gran alegría y ha formado parte del sistema del Code, no ha tenido situaciones donde toque fondo, no ha habido necesidad de ello”, relata el profe Bautista.Pero también, el mismo clavadista ha dejado una huella en el hombre que ha sido su entrenador por más de una década. “Me ha enseñado que no hay que rendirse, que hay que ser guerreros para levantarse, pelear, incluso estar en una Final sin importar en qué lugar se llega. Me ha dado la esperanza de seguir, me ha motivado con sus triunfos y me ha enseñado que todo se puede lograr con educación y con respeto al sistema”.La familia y la humildadGermán Saúl Sánchez Sánchez es el menor de una familia de cuatro hijos; cuenta con tres hermanas mayores y como dice su padre, “tuvo cuatro mamás”, por lo que siempre fue un niño y adolescente muy apegado a su hogar, al grado que en su primer año en una escuela, un jardín de niños, se escapó sin que nadie se diera cuenta para regresar a casa, experiencia que no volvió a repetir.Como relatan sus padres, el “Duva” no fue un estudiante que constantemente estuviera en el cuadro de honor, pero que entregaba buenas calificaciones; inquieto, pero responsable y que gustaba de inventar juegos que sus vecinos luego imitaban.Creciendo en el seno de una familia fuertemente unida y que lo ha educado en valores, Germán puede ser identificado como una persona humilde, que no ha cambiado después de los triunfos.“Su humildad es lo mejor, reza un versículo que dice: ‘Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes’, y creo que eso ha hecho a mi hermano ganar, tener un corazón humilde, eso es lo que le ha caracterizado”, señala su hermana Giselle, la mayor .Esa humildad lo ha llevado a no olvidarse del lugar dónde salió, pues cuenta su padre que frecuentemente el “Duva” visita a las amistades que hizo en la infancia y que también está al pendiente del resto de sus familiares, gesto que siempre es agradecido a pesar de que nunca se le exige. “Nos da gusto que tenga esos detalles (…) son cosas difíciles de estar haciendo, pero de repente tiene esos detalles”, dice Don Germán Sánchez Molina.