Desde el lienzo

Caen últimas hojas del calendario

Hola, gran familia de las escaramuzas y los charros, reciban un saludo afectuoso ahora que se acerca el fin de año y luego de haber gozado a plenitud la Navidad, esperando que la hayan pasado bien en compañía de sus seres más queridos.

Como siempre, mis mejores deseos y más ahora que estamos por despedir 2009 y darle la bienvenida a 2010. Lo mejor de la Navidad fue que se cumplió mi propósito, y es que no le pedí mucho al creador: Sólo salud.
 La carta que hice previo a Navidad iba de manera directa y sencilla.

Pensaba, cavilaba o meditaba en estos tiempos de reflexión, recordando que mis padres gustaban de llevarnos a la pastorela, de vivir con intensidad estos días, sin olvidar la tradicional misa de gallo.

Estos días de guardar, y más con la familia, nos llenan de nostalgia, porque a mis padres hace años que los llamó el creador a su viaje sin retorno. Han pasado cinco décadas desde que nací el 9 de noviembre de 1959, y aún recuerdo aquellos mis días de niño, con la inocencia a cuestas de tener enfrente la Navidad.

De por sí, mi cumpleaños me ponía feliz abriendo noviembre y si apenas daba rienda suelta a mi imaginación, con mis regalos de cumpleañero, los juguetes me transportaban a otra dimensión, sin perder piso, claro está.

Esos años ya se fueron, pero los tengo muy presentes, como si apenas hubiera sido ayer. Lo mejor de aquella época, sin duda, los consejos de mis padres.

Hay cosas que le marcan a uno la vida y que cada cumpleaños, navidad y fin de año, se hacen presentes.

Las 12 uvas y adiós 2009

 La Navidad 2009 ya pasó y ahora hay que cerrar como los toreros, con una buena tarde o mejor dicho, cerrojazo de oro, con una noche mágica. Mis mejores deseos para todos por anticipado, porque la nostalgia nos invade cuando tenemos que despedir el año viejo.

En imaginaria tenemos 2010, un año en el que deparan muchas sorpresas en todos los órdenes, incluyendo la charrería.

Es momento de replantear la vida, buscar nuevos derroteros y que nos hagan vivir a plenitud cada minuto, como si fuera el último de nuestra existencia. Aquí en casa, me invaden los sentimientos encontrados y más cuando miro el nacimiento que pone mi esposa Olga desde hace casi 25 años.
>Es bonito y bueno, saludable dirían algunos, darse un pellizco y saber que existimos, que vivimos y por eso hay que gozar cada instante y cada momento, porque el ayer ya se fue y el mañana no sabemos si llegue. Gracias por existir, también el deporte de nuestros amores: la charrería.

Cierro esta entrega con una reflexión: si la charrería no existiera, hubiera sido necesario inventarla.

Espero hayan pasado una linda Navidad, y ahora con el fin de año cabalgando sus últimas horas, no me queda más que desearles los parabienes de que el venidero 2010, será mejor en todos los órdenes.

Comentarios al columnista: zermenobarba@yahoo.com.mx