De los toros con verdad por Francisco Baruqui

Madrid, España.- Décima tercera corrida de San Isidro.

Con tarde espléndida, soleada y azul ausente de viento y con los tendidos llenos y el “No hay billetes” en las taquillas, se pudo ver calidad en varios toros provenientes del campo bravo de Salamanca, de El Puerto de San Lorenzo, que con las orejas prendidas con alfileres se fueron al desolladero completos.

Presentación de lujo en los seis ejemplares muy en el tipo de su encaste, Atanasio Fernández, que lucieron lustrosas capas en negro zaino, bien armados con sus astifinas y bien desarrolladas cuernas, que abantos de salida, -- característica de su origen --, fueron a más cumpliendo con su instinto en varas en donde se les midió el castigo, toda vez que acusaron varios falta de fuerza, destacaron cuatro, primero, segundo, cuarto y sexto por la calidad en su embestir, dada la fijeza, -- en donde los dejaban se quedaban para acometer al cite cuando se los proponían --, la claridad, la nobleza y el son, mucho son.  Toros que con un pelín más de brío hubiesen sido de lío gordo.

Lo lamentable es que ninguno de los de la terna pudo triunfar en la medida de la oferta de los de El Puerto en las lidias presentadas.

Sí, no hubo triunfos, repito.  Y no los hubo porque creo que para transmitir y llegarle a los tendidos, el torero, a parte de su capacidad por cuanto al entendimiento de las condiciones de los astados, ponerse en el sitio y cogerle el ritmo, la cadencia, y el son, con los procedimientos que los bureles exigen, es fundamental que se sienta y que se guste…

Que se guste y que se sienta, que sí, porque sintiéndose y gustándose él, lo puede proyectar al público aficionado.  Pero que si no…

Si no, se podrá estar como estuvo Sebastián Castella, firme, valeroso y técnico pero…  Pero sin brillantez.

De capa con el capote a la espalda quitó por ceñidas gaoneras que se le corearon, para con la muleta plantear sus faenas estructurándolas en cambiados por la espalda, ayudados por abajo con la diestra, mejor, y al natural con la zurda, menos, y hasta la dosantina clavadas las zapatillas en la arena, haciendo girar al noble alrededor de él rematando con el de pecho.

Ejemplares a los que más que someter con la mano baja, había que acariciar a media altura dada la condición de fortaleza, insisto, que tuvieron.

Mal,  muy mal matando, la figura gala se perdió entre pinchazos y estocadas defectuosas quedándose en la cara y saliéndose del embroque, siendo cogido aparatosamente elevándolo el de El Puerto a gran altura y, caído ya en la arena, haciendo a por él salvándose de la cornada providencialmente.  Sólo escuchó ovación saliendo a saludar.

Y menos, mucho menos se gustó el torero de Salteras, Manuel de Jesús El Cid, quien con dos toros de éxito, -- le aseguro amable lector que hace dos que tres años les hubiese cortado las orejas --, al estar desacoplado, falto de ritmo y temple, descompasado con enganchones y falto de sitio reponiendo de más cuando lo que sus toros pedían era que tan solo girara. Momentos aislados pero…  Pero otra oportunidad que se va, de reconciliarse con su plaza de Madrid que le ha esperado respetándolo.  ¿Lo mejor..?  Su estocada al primero que remató con  golpe con la corta de descabellar.  Con el cuarto que pedía que le cortara los apéndices, simple y llanamente no pudo, estando muy por debajo del destacado astado.

Rubén Pinar salió con mucho ánimo. Escuchó palmas en un quite por chicuelinas, e inició con el tercero con estatuarios por alto barriendo los lomos, para ya en el toreo por abajo ir de más a menos en una labor intermitente que terminó despenando con brevedad para silencio.  Sin embargo…

Sin embargo con el que cerró plaza, un toro importante que pedía la faena, el muchacho voluntarioso y con deseos, no estuvo a la altura dejando pasar una oportunidad.

Para mañana un toro de Luis Terrón para el joven cavaleiro lusitano Joao Moura hijo que abre, y para los de a pie, seis de Núñez del Cuvillo, alternando Curro Díaz que suple a Manzanares, Miguel Ángel Perera y Alejandro Talavante.
Interesante cartel que hace animar la esperanza, que a la postre, es lo último que pierde el verdadero aficionado.

Correo electrónico: francisco@ baruqui.com