De los toros con verdad por Francisco Baruqui

Madrid, España.- Décima corrida isidril.

¿De expectación..?  ¡no; de decepción..!
Cuando mejor ha estado la tarde, azul, clara y ya casi ausente de viento aunque fuerte todavía el frío, con los tendidos atiborrados y en la taquilla el “No hay billetes”, del esperado cartel, para muchos el de más lujo del ciclo por su confección y remate, por el juego de los toros se dio al traste el festejo.

Encierro conformado por cuatro bureles de Garcigrande y dos de Domingo Hernández, corridos en cuarto y quinto lugares, disparejos en tipo y presentación, fueron exposición de mansedumbre a tope con algunas variantes con tres desarrollando genio, carentes de clase, -- salvándose el que abrió plaza que fue el que tuvo mayor condición --, con otros doblando contrario a la salida del pase y desparramando la vista, que, exigentes, obligaron a los de la terna a dar todo de sí.

El Juli ha brindado una actuación fincada en el dominio de una técnica depurada que le da oficio de privilegio, con un sitio que refleja su indudable maestría, le valió para hacerse e imponerse a su primero de Garcigrande, en dos series de toreo por abajo en redondo bajando mucho la mano de la muleta mandando y templando en ayudados con la diestra que se le corearon, pero sin acoplamiento por el izquierdo molestado por un sector que le chillaba al pinchar en dos viajes y cobrar entera caída con aviso.  Estuvo muy por encima del desrazado cuarto que le valió silencio.  Actitud de figura que justifica su sitial.

En similar tenor la del torero galo Sebastián Castella, quien empeñoso y tesonero, aplicando su sereno valor y su claridad de mente, ha tenido la actuación de todo un profesional.  Con el segundo, una res complicada que desarrolló sentido, rompiendo su mansedumbre a genio, el francés firme, aguantando dos coladas para quitar el hipo, se la jugó arrimándose con gran exposición.  Tuvo palmas con aviso viéndose desacertado con el acero acusando el defecto de irse de la suerte desde perfilarse y sin encelar con la mano de la zarga que es la que mata.

Con el quinto de Domingo Hernández, un astado falto de raza con el que Sebastián se dio en una labor sobradamente prolongada estirándose más que el salario de pobre, estuvo con mucha voluntad y empeño pero sin remontar.

El sevillano Daniel Luque, tras de los descalabros encerrándose en Madrid y con un paso sin lucir en La Maestranza, pechó con el hueso del encierro con dos mansos ásperos, violentos, que midiendo mucho al joven matador salían sueltos, sin dejar nada digno para recordar.

Ojalá…  En verdad espero, confío y deseo que para sus próximas actuaciones lleven la suerte en sus cuadrillas que esto no… Que no levanta…

Para mañana domingo, uno de los carteles más modestos con ganado de Los Bayones, para Gabriel Picazo, Emilio de Justo e Israel Lancho que en el San Isidro pasado a punto estuvo de perder la vida en los pitones de un toro de Palha llevándose un cornalón de los que quitan a muchos del toreo.

Los tres necesitan de triunfos.  Ojalá que los logren.

Correo electrónico: francisco@baruqui.com