De los toros con verdad por Francisco Baruqui

MADRID, ESPAÑA.- Sexta de San Isidro.

Nublado por la mañana pero azulado claro por la tarde quedando un frío otoñal que calaba el esqueleto de los que llenamos la plaza matritense, permitió que la confirmación del paisano Arturo Macías se realizara sin agua cuando se había anunciado lluvia.

Bueno que así haya sido, porque aún sin contar con toros que le permitieran lucimiento pleno, el de Aguascalientes cayó de pie asustando en Madrid por su valor incondicional, la más absoluta de las entregas y la franca y total determinación para ganarse el respeto y reconocimiento de la afición y los profesionales que le están dando el real valer como un torero cabal de la montera a las zapatillas que, insisto y repito lo que he dicho y escrito un sin fin de veces, con poco que los toros lo respeten y metan el morro, Arturo que colocará…

Desfile de hierros y divisas con cuatro de La Martelilla terciados de presentación como endebles de condición aunque con nobleza y dejándose meter mano; un sobrero inválido de Navalrosal que más que un torero requería de un enfermero y otro más de Hermanos Domínguez Camacho que resultó claro y con cierto son solo que…
Solo que el viento nos dio la tarde…

Después de Valencia y Sevilla, herido en ambas corridas, tal parece que su desmedida casta torera se agigantó presentándose en Las Ventas para dejar constancia de su valía y su inquebrantable valor.  Arturo venía a por todas, pero tuvo que pechar con las ráfagas eólicas que estuvieron descubriendo a los diestros durante todo el festejo.

Estuvo, sí, muy firme y decidido con el astifino castaño de la ceremonia.  Quitó por gaoneras ceñidísimas con la capa para iniciar su faena con cambiado por la espalda que estuvo a un tris de ser empitonado, ligando luego dos series en redondo resultándole algunos muletazos enganchadillos que fuerte soplaba el aire.  El astado rajado sobreviniendo dos volteretas de pronóstico haciendo creer que llevaba, ¿otra? la cornada que La Providencia impidió.  Entera perdiendo la zarga en el embroque recibiendo un aviso, empero…

Empero con el que cerró festejo, lances a pies juntos y, lo mejor, una media para cartel que le valieron fuertes aplausos, quitando por saltilleras en recuerdo del maestro Fermín Espinosa “Armillita”, su creador, para darse en una faena, sin la limpieza que impedía el viento para dejar ver que Macías es un artista con temple, mucho temple, que sabe llevar a los toros desde aquí hasta allá, dándose en una labor fundamentada en su valentía y su garra impactando en los tendidos, con los que conecta con gran rapidez haciendo sentir al público, asustándolo a momentos, del contenido torero de su expresión.  Muy por derecho se fue tras de la espada cobrando entera que bastó y saludar por propios merecimientos ante una afición que, repito le reconoce y aprecia, que le tributó el batir de las palmas.

Le saldrán contratos, que sí, el joven aguascalentense se irá acendrando en el sentir del público español que, insisto, le está mirando con mucho respeto.

El padrino Miguel Abellán, sin redondear planteando sus faenas pero con desarrollos entre altibajos enfrentando al otro enemigo, el viento, exhibió su buen y habilidoso oficio cosechando silencio en sus dos.

Mismo resultado de César Jiménez que se llevó el hueso del sexteto,  dejándose ver empeñoso pero descompasado, con poco plan en dos trasteos tan deslucidos como la corrida que se lidió.

Bien por Arturo Macías al que ojalá tomen en cuenta para la substitución de Manzanares.  Bien que se lo merece que la gente irá con mucho gusto a verle de nuevo.

Mañana…  Mañana, rejones, y para el jueves, toros de Parladé, ganadería que atraviesa por muy mal momento, para Diego Urdiales, Matías Tejela y la alternativa de José Manuel Mas.

Se verá y…  Y escribiendo, se dirá.

Correo electrónico: francisco@baruqui.com