Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Deportes | Fuera del Fan Fest, hay otra fiesta

Chapultepec, ''zona de tolerancia''

El permiso para beber alcohol sobre la avenida y el camellón ha conseguido transformar las noches; cuando parten los artesanos y comienza a apagarse el corredor cultural, comienza una celebración distinta

Por: EL INFORMADOR

La fiesta nocturna que convive con el Fan Fest de Chapultepec.  /

La fiesta nocturna que convive con el Fan Fest de Chapultepec. /

GUADALAJARA, JALISCO (23/OCT/2011).- Hombre, que no todos los días son de Panamericanos. Los policías declararon Avenida Chapultepec como “zona de tolerancia”. Al fin que son muchos, ni modo que los detengan a todos. Desde el viernes, skatos, entaconadas, edecanes, chamaquitos que recién dejaron la niñez, malabaristas, botudos, turistas y de todo un poco se instalaron en el camellón, de López Cotilla a Lerdo de Tejada, compraron su six o su michelada en vaso de unicel y a tomar, que el mundo se va a acabar.

Mientras tanto, en el tramo blindado y nombrado Fan Fest, la cosa está más aburrida: los stands atraen pocos visitantes y para entrar tienen que pasar por una revisión corporal que los ahuyenta.

Es la misma avenida. Sí. Pero en ese tramo del ese corredor cultural —que sólo tiene exhibición de los patrocinadores de los Juegos—, de Niños Héroes a Lerdo de Tejada, no hay mucha atracción.

Y aunque a muchos que andan por ahí les dicen “modernitos”, cualquier cosa que eso signifique, caminan de un lado para otro al puro estilo dominical de plazas de pueblo. Porque esta calle es de ligue y cotorreo. Y ahí, entre la multitud, los federales, municipales y estatales están, como el chinito, nomás milando: chicas en minishort, edecanes que zangolotean la cadera y jóvenes que toman chelas y que, según sus rostros, saben a gloria al aire libre.

Los artesanos de distintas comunidades indígenas, instalados en la parte no blindada de Chapultepec, comienzan a guardar sus artesanías. Los que no tienen chamba y necesitan sacar una lana se dan una vuelta para recoger todas las latas de cerveza —Santiago, por ejemplo, de un solo jalón juntó tres kilos—. Y los que van en “bola” se quedan cotorreando, haciendo fila en las tiendas de abarrotes para comprar alcohol y coqueteando, si se puede, con los turistas extranjeros.

La fiesta, mientras tanto, aloja a otros invitados. Están los chavos con pelucas que venden pulseras brillantes y las anuncian como “la pulsera panamericana”, o unos zanqueros disfrazados de pajarracos que han conseguido un rotundo éxito entre la gente que quiere tomarse fotos con ellos. Otros tapatíos aprovechan el gentío, hornean pan en casa u otros bocadillos y se convierten por unas horas en vendedores ambulantes. El letrero gigante de “Guadalajara 2011” es patrimonio de los niños: lo han convertido en resbaladilla y centro de diversiones con obstáculos.

Al lado, las cervezas y la fiesta. Estuvieron allí la noche del viernes y el sábado. Un policía municipal es el que define la escena: “Ahorita es zona de tolerancia”, dice, apuntando a los que beben en la vía pública. “Ahorita no les vamos a hacer nada”.

EL LUGAR
El Fan Fest

Funciona hasta las 23:00 horas entre Niños Héroes y La Paz.

Atención, peatones

EL DATO

Para cruzar Chapultepec hay que hacerlo por el Fan Fest y, para entrar a éste, hay que pasar una revisión corporal; los peatones que quieran evitarlo deben rodear la avenida

LA CAMINATA
La Gloria y su carrera


Por Vanesa Robles

Dos derecho, uno izquierdo, dos derechos… Doña Gloria calculó bien la carrera. A las nueve, cuando comenzó el ciclismo de ruta femenil, apenas tenía forma la chambrita que la abuela tejía a la velocidad de dos agujas en entrenadísimas manos. Casi a las cuatro de la tarde, cuando concluyó la carrera varonil, también había terminado la capa rosa que le enviará a una sobrina en Estados Unidos. Doña Gloria tejió, tejió, tejió y también miró la competencia en primera fila, en avenida Vallarta, a una cuadra de la Minerva.

Era un eslabón de la cadena de miles de tapatíos que ayer salieron a ver pasar a los ciclistas. Sólo que doña Gloria y sus nueve familiares fueron de los más abusados. A las cinco de la mañana, la familia Anaya Huante sorteó el miedo de las carreteras de Michoacán y partió desde Zacapu, en una camioneta con siete sillas plegables y una canasta de palma con pan Bimbo, jamón, mayonesa, jitomates, cebollas y cuchillos. Llegaron a la Minerva a las nueve de la mañana y, bajo la sombra de un árbol frondoso, montaron el picnic. Un manjar que ajustaría para un equipo de futbol. Una chulada de vista. Un lujo de sombra. Eso, además de que los diez Anaya Huante: doña Gloria, su esposo, los cuatro hijos, dos nietos y dos sobrinos, acapararon los globos y guantes promocionales que repartieron los patrocinadores.

Dos derechos, uno izquierdo, hasta que una sirena anunciaba al contingente de ciclistas. Entonces, la abuela y el resto de los Anaya Huante, lo mismo que miles de espectadores, enloquecían en porras de cinco, seis segundos. Luego, dos derechos, uno izquierdo... quince episodios que duraron casi siete horas.

“Cuando estaban chiquillos, mis hijos competían. Ahora hicimos planes para venir a Guadalajara, nomás a esta competencia”, dijo la abuela. México no ganó. Eso lo lamentaron los Anaya Huante, que ayer mismo plegaron sus sillas, las montaron en su camioneta y se perdieron en el tráfico tapatío. En cambio, la sobrina de doña Gloria, ¡ah, qué linda capa va a estrenar dentro de unas semanas!

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