Jueves, 19 de Diciembre 2024
Deportes | Confiesa que al principio de su aventura Europea se sintió desesperado

Carlos Salcido... ¡Qué historia!

Carlos Salcido, defensa mexicano del PSV, quien fue deportado tres veces por las autoridades de Estados Unidos, compaginó diversos trabajos hasta que un visor de futbol lo descubrió a los 20 años

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO.- Aunque ahora es millonario y los eruditos deportivos le elogian como uno de los mejores defensas del momento, la historia del camino a la fama de Carlos Salcido podría fácilmente ser un guión para una película.

Desde que ingresó en el PSV Eindhoven de Holanda, tras el Mundial de 2006, luego de haber militado dos años con las Chivas, ha jugado en todas las posiciones posibles de la zaga “sin desentonar, aunque por donde mejor rindo es por la izquierda”, explicó el originario de Ocotlán, Jalisco, y quien está “marcado” por una niñez y una adolescencia de espanto.

Cuando su madre, Flores Ruiz, murió a causa de un cáncer, Carlos apenas contaba con nueve años.

La pérdida fue tan dura que el clan Salcido se desgajó y los lazos familiares prácticamente se desintegraron.

“Lo primero que hace siempre que viene (a Ocotlán) es visitarla, ir a verla al panteón; allí recuerda los valores que le inculcó, que la paciencia y el trabajo diarios tienen su recompensa”, asiente don Pablo, su padre, quien carga y descarga muebles de sol a sol.

Hartos de una vida sin esperanza, los hermanos mayores probaron fortuna en Houston, Texas, al otro lado de la frontera.

Carlos, el penúltimo de seis hijos, se vino a Guadalajara a los 14 años.

“Durante dos años fui lavacoches, aunque también caía algún camión de vez en cuando. La verdad es que era un buen trabajo. A mí me gustaba mucho”, asegura.

“Pero mis pies empezaron a resentirse por el agua y por el uso de las botas de hule, así que tuve que dejarlo más a la fuerza que queriendo”.

Mientras iba de un lado a otro, de una fábrica de vidrio soplado a una ferretería, de una carpintería a un lavadero de carros, el ahora azteca, internacional absoluto intentó cruzar en tres ocasiones a la Unión Americana, como un “espalda mojada” más, como uno de tantos.

Las tres veces que lo intentó le descubrieron y le deportaron.

Entre tanto, Salcido, quien nunca pensó que sería futbolista, jugaba a nivel amateur hasta que Ramón Candelario, visor de Chivas, lo descubrió por casualidad a los 20 años.

“Unos amigos suyos iban a hacer unas pruebas pero les faltaba un jugador”, agregó Carlos, quien en sus comienzos era delantero, jugó con una licencia falsa y lo hizo tan bien que recibió una oferta para quedarse.

“Le dije a Ramón que vivía con una tía y si no llevaba dinero a casa no comíamos. Él me replicó que tenía condiciones y, ese día, me dio mil pesos para que me diera cuenta que con el futbol me podía ganar la vida”.

Así, de repente, Salcido alcanzó la elite del futbol mexicano como un meteorito. Casi de inmediato debutó en Primera y empezó a batir récords: en 2005 se convirtió en el profesional con más minutos jugados en el mundo.

“El futbol me ha dado madurez, conciencia, me ha hecho fuerte. He demostrado que valía para esto. Por eso di el salto a Europa. No me fui por dinero, porque aquí cobraba lo mismo, sino para hacerme alguien. ¡Yo quería ser campeón! No lo había sido ni el barrio, y ansiaba ver qué se sentía. Gritarlo”.

Sin embargo, la adaptación no fue sencilla. “A los 15 días de llegar a Eindhoven estaba desesperado. Me sentía abandonado. Sin conocer a nadie, sin saber qué hacer, salía a caminar por el centro de la ciudad y me metía a comer en un ‘McDonalds’ o a un ‘Kentucky’, porque era lo más fácil”.

Sin saber expresarse para llegar al estadio, remató la faena llegando tarde a su propia presentación con el PSV, con el que tiene contrato hasta 2012. El técnico holandés Ronald Koeman, quien después le reclamaría para el Valencia, empezó utilizándolo solamente 45 minutos.

“Yo no tenía fuerzas. Con lo que había comido durante esos días no daba para más. Pero poco a poco me gané el puesto, y ya gané las últimas Ligas holandesas y la Supercopa de los Países Bajos de este verano. No está nada mal para empezar, pero todavía no me he saciado. Falta la Champions”, se despide sin olvidar el vacío y el hambre que ha pasado.

Su padre, por su parte, agrega: “Algunos parientes me llaman ahorita para que vaya cuando quiera y me conviden a algo. Ya no hace falta tanta atención. Antes sí la necesitaba. Antes, ni los de la familia se nos arrimaban. Ahora todo es diferente”.

“Lavar coches era un buen trabajo, realmente lo disfrutaba mucho”
Carlos Salcido, defensa mexicano.

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