Así es la vida

Tras lo vivido en Oakland con la Selección mexicana, queda la sensación de que con poco, las cosas cambiaron mucho, de aquel entorno de pesadez, enfado y hermetismo en el que las dudas flotaban en derredor de “Tri”, en el proceso tripartita anterior con Hugo, Eriksson y sobre todo con Aguirre, en el cual el estado de ánimo alcanzó rangos caóticos, ahora con José Manuel de la Torre, el entorno es distinto, sería irresponsable no señalar que es prematuro para sacar conclusiones, pero sí más allá de los resultados, el ánimo de los jugadores, siendo en un alto porcentaje los mismos que participaron con los estrategas antes mencionados, se percibe diferente; al respecto comenté con Ricardo Osorio, hombre con basta experiencia en estas lides y me dijo “se empieza de cero y este grupo tiene hambre de que las cosas le salgan bien”, creo que lo definió bien; es la percepción que se transmite. Cierto es que los buenos resultados hacen magia, pero los jugadores se ven cómodos dentro y fuera de la cancha; de seguir este paralelismo, el panorama es halagador.

El cambio se siente de adentro hacia afuera y en sentido inverso ocurre lo mismo, la afición, al menos la del otro lado del Río Bravo, también tiene el convencimiento del borrón y cuenta nueva y se manifiesta de distintas maneras. El fenómeno del “Chicharito” Hernández también coadyuva a esa idea, en el delantero tapatío del Manchester United ven a un tipo triunfador en plenitud de facultades; el sábado quienes lo fueron a ver, salieron satisfechos de su actuación, porque un atacante está para meter goles y Javier hizo dos.

La estrella que nace eclipsa a otras que hasta hace no mucho tiempo eran idolatradas, por ejemplo Cuauhtémoc Blanco, quien era visto como el veterano que batallaba contra las lesiones y los años para empujar a la Selección a un buen mundial, el “Chicharito” hace sentir que ya no son necesarios más debates por los delanteros naturalizados los recuerdos de Guille Franco, Vuoso y algunos otros han sido enviado al baúl de los recuerdos.

Pero el caso más contrastante es el del portero de la América Guillermo Ochoa, antes del Mundial de Sudáfrica, en el 11 de Aguirre eran Ochoa y 10 más, ahora es el “Chicharito” y diez más. Para la gente, Paco Memo pasó a un segundo plano, luego que su traspaso al futbol europeo se frustró, desde aquel partido en Torreón, frente a Corea del Norte en donde se come un gol ante la mirada de Oswaldo Sánchez, las cosas se le han venido abajo a este joven y buen atajador; por su edad Ochoa puede revertir esta situación.

Reitero, es prematuro pensar que las cosas están, si quiera en vías de estar consolidadas, pero insipientemente hay pequeños indicios que invitan a la ilusión; mañana contra Venezuela habrán más argumentos.

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