Afición sudafricana dice adiós a 'su' Mundial

BLOEMFONTEIN, SUDÁFRICA (23/JUN/2010).- No sonaron los cláxones por las calles de Johannesburgo después de que Sudáfrica quedara fuera del Mundial, pero los seguidores de los “Bafana Bafana” apagaron los televisores con el orgullo intacto y con la seguridad de que sus muchachos hicieron lo que tenían que hacer.

“Estamos orgullosos de los “Bafana”, dijo con una cerveza en la mano Bernard, un treintañero con un diente de oro que vive en el 'township' de Westbury, muy cerca del centro de Johannesburgo, después de ver proyectada en una sábana tendida en el fondo de un garaje la victoria de Sudáfrica sobre Francia.

Se trata del garaje de la casa donde vive Sureya, una mujer soltera, musulmana, aficionada a la sidra y que adora a los niños, para quienes ha acondicionado su hogar para que disfrutasen del Mundial y del que fue el último partido de los 'Bafana'.

“Las entradas son demasiado caras y yo quería que los niños vivieran lo que es un Mundial”, explicó Sureya, que se atrevió no sólo a pintar la fachada con las banderas de las selecciones mundialistas, sino también a desafiar a la FIFA imitando su logotipo y hasta escribiendo en la fachada que la suya es la casa de la FIFA para el Mundial 2010.

Nunca antes había quedado el equipo anfitrión fuera de los cruces, pero ese hecho, que pasará sin duda a la historia de los mundiales, no alteró el ánimo de una afición que se ha volcado con su jugadores, los cuales partieron como cenicientas y se van con una derrota, un empate y una victoria, fuera de los octavos sólo por la diferencia de goles.

Docenas de chavos y adultos vecinos del 'township', que es como se conoce a los barrios donde los blancos obligaron a vivir a los negros durante el 'apartheid', respondieron al reclamo de Sureya, que repartió perritos calientes y cervezas, para vivir en comandita el último envite de Sudáfrica y su única victoria en el Mundial.

Como ellos, cientos de miles de sudafricanos, para los que ver un partido en el estadio es un lujo, vivieron de un modo casero pero no menos festivo la victoria pírrica de los 'Bafana', que no les ha servido más que para abandonar el Mundial con la cabeza alta, que no es poco.

No hubo espacio para las lágrimas ni para los lamentos, sólo para la fiesta, lo que, escuchando a Sureya, tiene todo el sentido del mundo: "Aquí los principales problemas que tenemos son el desempleo y el tráfico de drogas, pero creo que un plazo de cinco a diez años las cosas mejorarán".

Sudáfrica abandona "su" Mundial, pero los aficionados, sobre todo aquellos que ni en sueños podrían pagarse una entrada, seguirán disfrutando del fútbol en rincones como el que Sureya ha acondicionado en su casa, uno más de los miles como éste que existen en todo el país.