A través del océano en un velero

GUADALAJARA, JALISCO (03/ABR/2011).- Tahití, Fiji y las Islas Marshall son tres paraísos turísticos en Oceanía y viajar hasta allá debe ser sensacional para cualquiera. Pero, ¿qué tal viajar hasta estos países del Pacífico Sur en un velero de 54 pies, saliendo desde Puerto Vallarta y en un recorrido que durará entre 45 y 120 días, durante el cual habrá que trabajar hora tras hora para cuidar el buen rumbo de la embarcación, reducir la dieta, limitar las horas de sueño y cuidar como un tesoro el agua dulce?

Aun descrito así, este viaje a Tahití suena, para algunos, como un auténtico placer. Cinco aventureros de Guadalajara comenzarán este fin de semana esta expedición e intentarán también el viaje de regreso, una aventura que pocos mexicanos han conseguido y, hasta ahora, ningún tapatío había intentado. Se trata de los empresarios Enrique Aldrete Cuesta (72 años), Pedro Fernández del Valle (48), Leopoldo Montelongo (45) y Ricardo Medellín (39) y del marino Javier Monsalbo (36), quienes zarparán este fin de semana desde Puerto Vallarta en un velero de crucero modelo Jeanneau 54.

Los veleristas tapatíos pretenden llegar, primero, a la célebre isla Clipperton, un diminuto atolón u unas 670 millas náuticas (más o menos mil 200 kilómetros) de Puerto Vallarta, Clipperton tiene un atractivo desafiante, porque desembarcar en ella es particularmente complicado.

Luego, el equipo intentará un recorrido de unos 20 días sin detenerse por el Pacífico Sur, para cruzar el Ecuador y tomar rumbo a la Polinesia Francesa; en concreto, a las islas Marquesas (a unas tres mil millas desde Clipperton) y a Tahití (600 millas más): es decir, otras tres mil 600 millas, pero esta vez sin ninguna parada. En este último punto decidirán si continúan e intentan el regreso a México, pasando por Tonga, Fiji, las islas Salomón y las islas Marshall; luego subirían unas mil 300 millas al norte de Hawaii, para encontrar la corriente de Japón y acercarse a América a la altura del sur de Canadá. Y de allí, de regreso a Puerto Vallarta, a donde podrían arribar a finales de julio o principios de agosto.

Pero los tres meses y medio o cuatro meses que podría tomarles la odisea en el Jeanneau dependerán de cómo se comporte el océano con ellos: podría sorprenderlos con días sin viento en que tendrán que maniobrar por horas para avanzar siquiera un poco, o con tormentas que ni siquiera los muy sofisticados aparatos actuales —que ofrecen lecturas del tiempo a 600 millas de distancia— pueden detectar: “Es pesado, navega uno día y noche aunque el tiempo esté bueno, se duerme muy mal y se come mal porque siempre va uno escorado [con el barco inclinado de costado]. No es nada cómodo”, reconoció Enrique Aldrede.

Para cualquier amante del mar, una expedición con todos esos posibles sinsabores es, de todas maneras, apasionante. Con 72 años de edad y velerista desde adolescente, Enrique Aldrete Cuesta es un profesional de este deporte, con comienzos en Chapala y viajes que incluyen expediciones a las Islas Revillagigedo o desde San Diego, California, a México. Divertido y decidido, afirma que él tiene toda la intención de hacer el viaje completo, pero que lo evaluará en Tahití. Por supuesto, darle la vuelta al Sur es la aspiración final.

En el fondo está no sólo el interés de satisfacer un deseo aventurero, sino también, dice Aldrete, la intención de demostrar que la vela está esperando a los deportistas mexicanos, quienes han explorado poco esta práctica: “Es una tristeza que no estimulemos este deporte. Yo creo que expediciones como ésta pueden servir para que muchos jóvenes se interesen por la vela”.