* Retobo

Los aficionados al futbol, al igual que los consumidores habituales u ocasionales de agüitas mágicas, aunque parezca perogrullesco decirlo, tienen derechos...
Aunque el propietario del que sigue siendo --pese a todo-- el equipo más popular de México haya afirmado que “Ningún aficionado tiene derecho de exigir algo, si no aporta”, y los medios hayan hecho un efecto amplificador de sus palabras, la verdad monda y lironda es que el asunto no funciona exactamente así...

*

Los aficionados al futbol no están a sueldo ni al servicio de los dueños de los equipos. Los aficionados forman parte de un conglomerado que, informe y todo, por tradición, desde que los espectáculos deportivos (y similares, como los toros) se convirtieron, a finales del Siglo XIX, en una alternativa del empleo del tiempo libre, ha sido denominado, con entera justicia, “el respetable”.
Precisamente porque merece respeto, es una insolencia corresponderle con un retobo como ese de que “no tiene ningún derecho a exigir, si no aporta”, a manera de reacción visceral porque el aficionado, sin dejar de serlo, decide dejar de ser espectador --consumidor habitual, pues-- no sólo en el nuevo estadio de las “Chivas” sino incluso en el Jalisco y en los que el Guadalajara juega como visitante.

*

El futbol, además de un deporte, es un negocio. Los equipos son una empresa. Si así no fuera, el empresario que encontró la manera de apoderarse (legalmente, por cierto... salvo prueba en contrario) de un club al que sus antiguos dirigentes y accionistas no supieron manejar en concordancia con las exigencias de la modernidad, no estaría en el ajo ni sería, hoy por hoy, nada menos que el dueño de la que fue una Asociación Civil y actualmente es una Sociedad Anónima.
Así las cosas, el aficionado al futbol --y particularmente el simpatizante de un equipo-- está en todo su derecho de exigir... y lo demuestra, precisamente, absteniéndose de aportar: desdeñando sistemáticamente las presentaciones de un equipo cuyo desempeño no le agrada y cuyos resultados le molestan.

*

El aficionado al futbol no tiene ninguna obligación de comprar --permítase la analogía-- guasanas crudas (o quemadas) a la entrada del estadio, aun si los vendedores de los frutillos de esa planta herbiácea de la familia de las papilonáceas, debidamente cocidos y sazonados con sal, se relajan en el control de calidad del producto.
¡Nada más eso faltaba...!