* Resurrección

No ganó. Ya no tiene posibilidades de clasificar a la “Liguilla”. El que está a punto de concluir en la etapa clasificatoria, será --como tantos, a lo largo de su historia-- un campeonato intrascendente; un torneo cumplido sin pena ni gloria... (o con más pena que gloria). En resumidas cuentas, una temporada en el limbo.

Y, sin embargo, el actual “Patito Feo” de los equipos tapatíos --versión contemporánea de lo que fue el Oro en los tiempos heroicos-- fue, merced al empate a cuatro goles rescatado en su visita de ayer al
Toluca, uno de los protagonistas por excelencia de la jornada dominical en el futbol mexicano.

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Los ex Tecos --ahora Estudiantes-- convirtieron en empate, con tintes heroicos incluso, la que parecía humillante derrota cantada...

Cuando entre los “expertos” había la convicción de que estaban muertos y enterrados, porque un marcador de 4-0 en contra, en el primer tiempo, en una cancha con fama de difícil --como la de “La Bombonera”-- y ante un adversario dueño de diplomas muy respetables, parece más que suficiente para que se firme, se selle y se archive el correspondiente certificado de defunción, los muchachos del “Chelís” tuvieron la reacción que, como corresponde al Domingo de Resurrección, los volvió a la vida.

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Por supuesto, sin demérito del esfuerzo y la bizarría de los universitarios (cuya mística pudiera haber sido tomada de los versos de Alma Grande: “No te des por vencido ni aun vencido...”) y del afán por enderezar un resultado que parecía estar más torcido que una charamusca de Guanajuato, es imperativo reparar en que el de esta temporada, especialmente a raíz de la oportunidad que se dio a Sergio Lugo de recoger la cachucha, el silbato y la cruz que dejó disponibles Chepo de la Torre al convertirse en técnico nacional, es una mala, triste, lamentable caricatura del Toluca histórico.

Los botones de muestra están a la vista: el 3-2 adverso ante el Necaxa, el aplastante 6-1 por cuenta del Morelia, el 2-1 de la jornada 14 ante las “Chivas”... y lo de ayer.

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Todo eso mientras Guadalajara y Atlas llenaban la página del cuaderno correspondiente a la penúltima jornada del largo preámbulo del verdadero campeonato, con lo estrictamente necesario para llegar a la fecha postrera ejerciendo --el irrenunciable, legítimo consuelo de los mediocres, en último análisis-- “el derecho de soñar”...