Lunes, 25 de Noviembre 2024
Deportes | Por Jaime García Elías

* Paciencia

Por Jaime García Elías

Por: EL INFORMADOR

Chivas y Atlas deben tomar el ejemplo de Barcelona en cuanto a la oportunidad que da a sus jóvenes. MEXSPORT  /

Chivas y Atlas deben tomar el ejemplo de Barcelona en cuanto a la oportunidad que da a sus jóvenes. MEXSPORT /

Al Barcelona de los Messi, Xavi, Iniesta, Puyol y demás, que a Pep Guardiola tiene por capitán, hay que verlo muy bien... porque es posible que no vuelva a haber, en muchos años, un equipo tan grande.

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A la extensa lista de los panegiristas de ese equipo de época --comparable al Real Madrid de Di Stéfano, al Santos de Pelé, al Ajax de Cruyff, al Milán de Van Basten...-- acaba de sumarse (“El País”, Madrid, III-9-11, p. 45) Jupp Heynckes. Más allá del elogio (“jamás había visto jugar a un equipo como este Barça”), el actual técnico del Bayern Leverkusen acierta con algunas de las claves --que no secretos-- del cuadro catalán: “Sólo puedes desplegar un juego semejante cuando los futbolistas están muchos años juntos y engloban talento, sentimientos comunes y buena educación”.
Profundo conocedor de la tela, Heynckes, por contraste, explica las frustraciones --que parecen haberse vuelto crónicas-- del Real Madrid: “¿Qué tenemos después de ‘La Quinta del Buitre’? La nada (...). No hay paciencia, al revés que en el Barcelona. Fíjese en Pedro. Guardiola lo ponía siempre 30 ó 45 minutos, y, poco a poco, crecía. Ahora nadie le discute. Hay que dar confianza a los jóvenes. Ése es el secreto”.

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La lección --por si pudiera ser de alguna utilidad-- podría ser tomada en cuenta por quienes dirigen los destinos, por ejemplo, de Atlas y Guadalajara. Atrapados, hoy por hoy, en una crisis de mediocridad, sin jugadores sobresalientes, sin protagonismo dentro de la competencia doméstica, uno y otro rumian sus desgracias: el primero, su incapacidad --hija de sus eternas penurias financieras-- de quedarse con los jugadores que empiezan a descollar, hasta que llegan a su punto de madurez; por eso el suyo ha sido, vía de regla, un eterno proyecto de equipo: un equipo que nunca acaba de cuajar. El segundo, la exigencia desorbitada de sus seguidores y dirigentes. Si la primera se explica, la segunda no: el fanático no tiene la obligación de ser paciente; el dirigente, sí... Pero si en vez de poner el ejemplo de mesura, de capacidad para entender que ni Roma --según el refrán-- ni los grandes equipos de futbol se hicieron en un día, los directivos (merolicos de un producto que no está a la altura de su propaganda) son ejemplo de desmesura, los resultados -tristes resultados...- están a la vista.

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