* Optimismo

Pues... por poco se les atraganta el “pichón”.

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Todo se dispuso para que “Chepo” de la Torre iniciara con el pie derecho su “era” como técnico nacional: ambiente propicio (mayoría absoluta de mexicanos en el Georgia Dome, de Atlanta); el mejor elenco posible, incluidos los “europeos” (Moreno, “Maza”, Salcido, Giovani, “Chicharito”...) que el flamante timonel tuvo a bien solicitar, aprovechando que se trataba de una “fecha FIFA”. Y, sobre todo, un rival que parecía a modo.

Aunque la prensa se esforzó por soslayar las informaciones acerca de los problemas de los dirigentes bosnios para integrar al grupo que viajó a Atlanta, lo mismo que la modestia del plantel balcánico, la cancha desnudó al sinodal de los mexicanos como un cuadro tozudo... y punto.

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Lo más rescatable, obviamente, fue el resultado. Se trataba de poner una inyección de optimismo en el ánimo de los jugadores, de la crítica y de los aficionados... y la meta se alcanzó.
Del  resto, nada que no se haya visto en todas las películas de la misma factura. Una formación ofensiva (Giovani, “Chicharito” y Pacheco, más Barrera y los laterales Aguilar y Salcido)... pero, en compensación, procedimientos inofensivos. En la recta final del encuentro, cuando la victoria ya estaba en la bolsa, “Chepo” cambió a todos los atacantes. El resultado hizo recordar la máxima de El Gatopardo: “Cambiarlo todo... para que todo siga igual”.

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En esas condiciones, las oportunidades que debieron terminar en goles --ambas en los pies del “Chicharito”--, se malograron; y las dos que se tradujeron en la victoria, fueron sendos regalos: el primero, del zaguero que cometió el penalty... y de su colega que contrarremató el balón que el arquero, anticipándose a la ejecución, ya había rechazado; el segundo, un primor de inocencia del defensor (es un decir) que le dejó a Pacheco marco, pelota y portero a su disposición.

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En el debe del primer examen de la era de “Chepo” de la Torre, queda la sensación de que resplandecieron las grandes carencias del medio --de ninguna manera imputables al técnico--: la falta de un liderazgo que se signifique por su calidad o por su temperamento... y la ya señalada inoperancia ofensiva.
Nada sensacional, después de todo, habida cuenta de que el flamante técnico nacional es un entrenador con solvencia probada en las competencias domésticas... pero no un hacedor de milagros.