* La Lechera

Lo esencial es que el Atlas, como el Diablo en persona meta la cola, casi seguramente ya libró, por esta temporada, la amenaza del descenso. Lo accesorio, que puede darse permiso, como La Lechera del cuento, de soñar...

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Soñar, de entrada, que la racha de victorias continuara el sábado, aprovechando que el América no parece tener con qué quitarle el hipo a nadie. Soñar, después, que el equipo continúa transitando garbosamente por el buen camino ante Toluca, Santos Laguna, Cruz Azul y Monterrey. Soñar, ya encarrerados, que el Atlas deja de ser el extra que ha sido durante décadas y se transforma en protagonista de la película del campeonato. Soñar, en consecuencia, que se clasifica para la “Liguilla”... y soñar, en fin, puesto que hacerlo no cuesta nada, en el anhelo por excelencia de la familia rojinegra, pacientemente acariciado a lo largo de generaciones: poner la segunda estrella sobre el escudo bordado encima del corazón.

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Los pragmáticos y los muchos que a fuerza de vivir tantos desencantos aprendieron a desconfiar de las veleidades de la Diosa Fortuna, aconsejan prudencia, moderación, cautela...
El Atlas, hasta ahora, ganó tres partidos propicios para el triunfo. Es probable que ligue el cuarto... De los cuatro siguientes, en cambio, un diagnóstico objetivo, realista --midiéndole la zanca a los pollos, como luego dice--, invitaría a ponerse una meta de cinco puntos de los 12 incluidos en ese paquete.
Si esa cuota se alcanza... entonces sí: ¡se vale soñar, señores...!

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Uno lleva tres victorias consecutivas. Otro, el Guadalajara, tres empates en línea; los tres, a un gol por bando; los tres, con la particularidad de que los rayados tomaron la ventaja en el marcador y no supieron preservarla... aunque tuvieron las oportunidades para ello.
Lo mejor, lo más promisorio del empate del sábado ante San Luis, fue que el “Cubo” Torres, a sus 18 años recién cumplidos, sacó ya su credencial con fotografía como goleador. Confirma, pues, su condición de promesa en el ataque del equipo más popular de México. Bronco todavía, poco solidario en varios lances en que se precipitó a disparar en jugadas que parecían más propicias para un pase más que para el remate “a las trágalas”, se supone que, con el consejo de sus mentores y de sus compañeros, “ya aprenderá”.
(Algo --recuérdese-- que no todos, ni yendo a Colombia, han conseguido...).