Sábado, 30 de Noviembre 2024
Deportes | Por Jaime García Elías

* Guasanas y chayotes

Por Jaime García Elías

Por: EL INFORMADOR

El martes se presentó a Rafael Ortega como nuevo --el enésimo, para ser exactos-- “presidente deportivo” de Chivas. M. FREYRÍA  /

El martes se presentó a Rafael Ortega como nuevo --el enésimo, para ser exactos-- “presidente deportivo” de Chivas. M. FREYRÍA /

Hubo leves sismos, como presagios de un terremoto de dimensiones mayúsculas, cuando corrió la voz, el lunes, de que habría conferencia de prensa en Verde Valle, el martes, con el alto mando de Guadalajara... Se aventuró la posibilidad de algún anuncio espectacular relacionado con refuerzos para el plantel. Quienes saben a qué temperatura suelen cocinarse las habas en los peroles de la institución, especularon sobre el posible cese de José Luis Real como técnico. Los más chocarreros fueron más lejos: anticiparon que se anunciaría el nombre de la empresa a la que se otorgaría la concesión para la venta, a inmediaciones del nuevo estadio, de una de las muchas cosas que prometió al asumir el cargo, el actual dueño del juguete: “las mejores guasanas”.

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Al final de cuentas, ya se vio: se anunció la designación de Rafael (“Atotonilco” por su origen y por el apodo que se convirtió en nombre de guerra durante su breve y más bien modesta carrera futbolística) Ortega como nuevo --el enésimo, para ser exactos-- “presidente deportivo” del equipo más popular de México.
Cirujano sobresaliente en el terreno de la medicina deportiva (la reconstrucción que logró de una rodilla del “Venado” Medina alcanza dimensiones de proeza médica), Ortega fue llamado para una cirugía mayor: reconciliar al equipo con su público; no sólo con los aficionados que se alejaron a raíz, precisamente, de la mudanza al nuevo estadio (una maravilla de inmueble, pero con tremendas complicaciones para la transportación), sino con los históricos seguidores del “Rebaño Sagrado” que se han distanciado de él a raíz de los desplantes, bravatas y titubeos en los manejos de los actuales dirigentes..., y, sobre todo, de que los resultados del equipo --lógicos, en función de los limitados alcances del plantel-- no han estado a la altura de las fanfarronadas del alto mando ni de las expectativas de sus fieles.

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Ortega tendrá que ayudar al cuerpo técnico a buscar fórmulas para sacar al equipo de los niveles de mediocridad a que en el corto plazo parece condenado, a quitar del camino las piedras que quienes tienen poder de decisión han sembrado... y a hacer malabares con una buena cantidad de chayotes calientes. Lo hace provisto de un costal de buenas intenciones... pero --a diferencia de algunos de sus antecesores-- sin experiencia en esos menesteres.
Colofón obligado: suerte...
(¡Porque vaya si la va a necesitar!)

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