* El que sigue...

Manuel Lapuente, muy a su pesar, abrió la marcha. Daniel Alberto Brailovsky --ídem-- siguió sus pasos... ¿Quién será el tercero...?

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Las leyes del futbol son inflexibles... aunque sean leyes no escritas. La que se aplicó a Lapuente y Brailovsky, es implacable: “Cuando un equipo se muere, el técnico es el culpable”.
Ninguno estuvo a la altura de las exigencias históricas de sus equipos: el primero, hacer del América un protagonista del campeonato; el segundo, conservar con el Necaxa la plaza en Primera División. Lo de menos es que el equipo desterrado desde hace varias temporadas en Aguascalientes, sea un fantasma que ha experimentado varias reencarnaciones: desde los tiempos del primer “Campeonísimo” del futbol mexicano, previos al profesionalismo, hasta “El Patito Feo” por los títulos que conquistó, a despecho de su modestia, en la última década del Siglo XX, pasando por los años en que sus dirigentes lo desbautizaron, encimándole a martillazos el descafeinado nombre de Atlético Español.

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Las “lenguas vespertinas” --como dijo el simple-- buscan al candidato para el siguiente turno en la guillotina simbólica...
El Necaxa, con un rotundo cero al cociente, está hundido en el sótano de la tabla; el cese de su técnico era obligado. Hasta antes de la victoria del sábado ante el Atlas, el América, con un punto, lo precedía... Los que siguen, hasta ahora, son dos grandes históricos: Monterrey --campeón defensor--... y Guadalajara. El primero tiene la disculpa de que se relajó con los festejos del título; en compensación, tiene en el banco el capital de un plantel que ya demostró sus alcances. Las “Chivas”, en cambio, suscitan demasiadas dudas: ni los jugadores veteranos (salvo Michel, salvador de la patria en varias ocasiones) han sido baluartes, ni los “chavos” --como les dice el actual dueño del juguete-- han alcanzado el punto de madurez que los convierta en grandes esperanzas de mejores tiempos.

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La fórmula más fácil, en esas condiciones, estribaría en pasar a José Luis Real la factura de los platos rotos. Lo cual, si llegara a consumarse, implicaría una profunda injusticia porque el “Güero”, antes de que la transferencia del “Chicharito” Hernández al Manchester United lo debilitara, llegó a ser líder con récord de partidos invicto. Y el reemplazante idóneo, capaz de dar resultados con ese plantel tan limitado, no tendría que ser un técnico... sino un hacedor de milagros.