* Bravatas

Por supuesto que bravatas, baladronadas y “albures” --al estilo de los de Pedro Infante y Jorge Negrete en las películas de charros empistolados y pendencieros-- ayudan a calentar el cotarro...
Ahora mismo, cuando los jugadores de Guadalajara y América, en sus respectivos cuarteles, ya están “echando mano a sus fierros, como queriendo pelear” --lo mismo, por lo demás, que sus legiones de seguidores--, es evidente que las declaraciones de los hombres de pantalón largo que son (nos guste o no) emblemas vivientes de ambas instituciones, le ponen una buena dosis de salsa --¡como si la necesitara...!-- al platillo del Clásico dominical en el aún flamante estadio de las Chivas.

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La baladronada del dueño de los destinos del “Rebaño Sagrado”, en el sentido de que “les vamos --¿verdad, ‘kimosabi’...?-- a meter cuatro goles”, encendió el cohete. Éste sólo estalló cuando el actual técnico y antiguo jugador-símbolo del América, Carlos Reynoso, resolvió el compromiso de media semana (el partido de la Copa Libertadores ante Argentinos Juniors) y pudo volver el rostro hacia el siguiente cotejo. Fue entonces cuando externó su desdén hacia el propietario del equipo rayado, al preguntar que “él, ¿de qué juega?”, al jactarse de que “el América le va a llenar su estadio por primera vez en la historia” (algo que cualquiera, con cinco centavos de información y dos dedos de frente puede vaticinar, sin dárselas de pitoniso), y al soltar una que ni él  mismo se cree: que “el Clásico es de los jugadores”...

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Corrección, Carlitos: el partido es de los jugadores; el Clásico, que es otra cosa, involucra a muchos más actores: los dueños de los equipos, si tienen vocación de merolicos; los técnicos, si muerden --su caso, sin ir más lejos..-- el anzuelo que les colocan los reporteros, provisto de una lombriz, y se enganchan en la guerra de declaraciones...
(Vaya; si simples comediantes como Sergio Corona y el “Loco” Valdez, en un pasado relativamente reciente, aportaron el ingrediente necesario para calentar el ambiente --al margen de lo que hacen la historia, la ubicación de los equipos en los tabuladores y la trascendencia inmediata del encuentro--, es apenas lógico que dos protagonistas del valor simbólico, del peso específico, de la estatura mediática y de la habilidad --muchas veces demostrada-- para el arte de encantar serpientes de los aludidos, hagan otro tanto...).