Lo conoció hace muchos años caminando en el parque México; traía una boina y un bastón, “de vez en vez coincidíamos en Tlaquepaque, colores, risas y un buen tequila hacían una tarde divertida. El maestro Arévalo nos deja un gran legado, y como él dijo: ‘Ser artista es sinónimo de libertad y creación’. Maestro Arévalo, mezclando tierras, siempre te vamos a recordar”, con esas palabras recordó la artista plástica Ana Luisa Rébora al maestro Javier Arévalo, quien falleció ayer a los 82 años, en la tierra que lo vio nacer, por complicaciones cardiacas; su cuerpo fue velado en una funeraria de Avenida México, en Guadalajara. Sin duda, la noticia del fallecimiento del pintor enlutó a la comunidad cultural, cuyos miembros, en entrevista con esta casa editorial, compartieron su sentir ante la partida de quien fuera uno de los máximos representantes de la plástica mexicana contemporánea.Una de las pintoras más cercanas al maestro Arévalo fue Karla de Lara, quien compartió que lo conoció hace unos 15 años, “y poco a poco se fue convirtiendo en un gran amigo que siempre me dio sabios consejos y me apoyó en todos mis proyectos; fue una persona muy congruente con sus ideales, que vivió la vida con mucha intensidad, era un gran amigo y un inmenso artista que tenía siempre historias extraordinarias de vida que contar… Que convivió con los grandes artistas de su generación y destacó por su tenacidad”.Agregó que “él siempre dijo que a este mundo vino a vivir, no a durar y gracias a Dios nos duró muchos años en los que dejó huella en muchísimas personas, porque siempre fue un humanista, apapachador y consentidor… A mí me hizo entender muchas cosas, platicábamos mucho y le encantaba darme consejos y cuestionarme; me hacía pensar y recapitular, cosa que muy pocas personas logran en mí, lo gocé muchísimo en vida y eso me llevo”.Por su parte, el artista plástico, Balo Pulido calificó la noticia como un momento triste “por la muerte de nuestro querido amigo Javier Arévalo; se muere uno de los pilares de la plástica tapatía y mexicana. Lo que más duele, además de su legado que deja de hacer, se pierde a un gran hombre y un gran amigo. Fue una persona muy carismática, muy querida, muy solidario con muchos artistas. Siempre se prestaba para inaugurar exposiciones de artistas con trayectoria, jóvenes creadores. Siempre estuvo dispuesto a participar, nunca puso obstáculos. Fue muy cariñoso, siempre se dio a querer. Era un mar de anécdotas. Fue un gran orador, tenía muy buena charla. Deja una orfandad en la plástica tapatía, como maestro y artista también todos perdemos un gran amigo”.Y no solo sus colegas lo recordaron con gran cariño, la periodista y ensayista Dolores Garnica declaró que el maestro siempre fue un artista maravilloso: “Tenía mucha imaginación y una creatividad desbordante. Además, era un hombre con un gran sentido del humor. Y era un artista muy congruente, en el sentido en el que nunca fue alguien amargado y no decía no a las expresiones artísticas. Fui varias veces a su galería. Él abrió una galería en una casa que le dieron para pagar una deuda. Estaba por la central vieja de camiones. Le pagaron una deuda con un hotel horrible… Él lo arregló todo, lo arregló bien y abrió un centro cultural”. “Duró poco abierto, pero fue uno de los primeros espacios comunitarios en Guadalajara, porque estaba hecho para la colonia, para que se acercaran a las expresiones artísticas. Estaba muy contento con este centro, pero duró poco porque la gestión y el mantenimiento de un espacio así eran muy difíciles. Fue un pionero en crear estos espacios”, remató Garnica.Javier Arévalo fue uno de los más importantes pintores de finales del siglo XX en México; fue creador de “un lenguaje único, donde la tradición y la modernidad se fusionaron”, señaló el arquitecto y curador Jorge Tejeda. Arévalo nació en Guadalajara, Jalisco, el 29 de abril de 1937. En 1961 se trasladó a la Ciudad de México e ingresó a la Academia de San Carlos y así comenzó una larga trayectoria que lo llevó a exponer en Estados Unidos y varios países de América Latina, Europa y Asia. Sobre la trascendencia del trabajo de Arévalo, tras su fallecimiento, Francisco Borrego, director de Galería Curro, compartió: “Es una pena cuando un pionero como Javier deja de existir entre nosotros. Sin embargo, es un gran consuelo poder disfrutar el amplio legado que dejó como evidencia de su aportación a la plástica mundial”.En una funeraria sobre la Avenida México familiares y amigos se reunieron para despedir a Javier Arévalo. Al exterior del recinto se observaron numerosas coronas de flores, firmadas tanto por particulares como por instancias culturales (como el Instituto Anahuacalli, la Galería Bruna en la que expuso Arévalo y Guacha Bato Ediciones, quienes por el fallecimiento pospusieron la subasta Por amor al arte que tenían planeada realizar hoy 13 de febrero).El féretro con los restos mortales del artista plástico arribó al inmueble alrededor de las 15:00 horas. Enseguida comenzaron a llegar los asistentes al velorio del jalisciense fallecido la madrugada del miércoles. En la segunda planta de la funeraria estuvo la sala donde los deudos rindieron un último tributo al pintor tapatío y brindaron el pésame a los seres queridos. Junto al féretro se colocó un caballete con una imagen del artista, además de un lienzo con una de sus pinturas, para recordarlo a él y a la actividad que realizó durante toda su vida. Conforme avanzó la tarde creció el flujo de personas para despedir a Javier y darles el pésame a sus familiares.EL INFORMADOR tuvo la oportunidad de platicar en diversas ocasiones con el pintor; fueron charlas entrañables que dejaron en claro su calidad humana El viernes 18 de agosto del año 2000 la sección de Artes de EL INFORMADOR publicó una entrevista que realizó Laura Castro, colaboradora de esta casa editorial, al maestro Javier Arévalo en relación al Premio Jalisco en Arte que recibió ese año. Convertido en profeta de su propia tierra, en aquella charla el pintor se dijo feliz: “Alguna gente me ha preguntado si no creo que este premio me está llegando un poco tarde, pues no. Al contrario, me llegó muy a tiempo, porque uno cuando se va haciendo viejito necesita más estímulos. Ya ve que existe una frase de que nadie es profeta en su tierra y bueno, cuando a uno lo premian en su tierra, se siente un gusto muy especial”.La entrevista se realizó en el estudio del pintor, el cual estaba ubicado en la colonia Condesa de la Ciudad de México, en el tercer piso de una casa antigua y colorida, frente al parque México. Los temas fueron muy variados, pero predominó la visión que tenía el artista sobre la importancia de Jalisco en la generación de talentos: “No siempre estoy al tanto de lo que está sucediendo en el país o en Jalisco, pero si hay dos Estados que son sobresalientes en el arte son Jalisco, el más importante en producción de jóvenes, y Oaxaca”, señaló.Aunado al Premio Jalisco en Arte, Javier Arévalo también fue reconocido en 1966, cuando recibió el Premio Nacional de Pintura. En 1969 fue distinguido con el Premio de adquisición del Salón Anual de la Plástica Mexicana; para 1970 fue galardonado con el Primer Premio de Grabado en la Bienal de Tokio, Japón. Arévalo presentó su obra en México y el mundo, en espacios como el Museo Cabañas, en Jalisco; el Palacio de Bellas Artes y el Museo de Arte Moderno, en la Ciudad de México; en el Metropolitan Museum of Art, en Nueva York; el Museo de Arte Moderno de Suiza, en Zúrich y el Museo de Arte Moderno de Tel Aviv, de Israel, por mencionar algunos.Una de las últimas exposiciones que presentó Arévalo en Guadalajara fue “Arévalo, el hombre primario”, una muestra integrada por 50 piezas y que fungió como una pequeña retrospectiva de la obra del pintor jalisciense. Las obras estuvieron montadas en la Galería ArteForo. Para abundar sobre esta exposición, EL INFORMADOR publicó el 20 de julio de 2014 una charla con el tapatío en la que se calificó como un artista “Ni puro ni original, pero sí auténtico”.Confesó que disfrutaba no saber qué iba a pintar al momento de enfrentarse a la superficie en blanco, porque entonces se permitía todo sin estancarse en nada. También compartió que conoció a José Clemente Orozco, a quien miró “trepado en un andamio, trabajando, no recuerdo dónde; pero sí sé que tuvimos la suerte de tener entre nosotros al mejor pintor del mundo. Ni Picasso ni Chagall le llegan; pero le tocó el país más horrible para reconocer su talento”.Aunado a lo anterior reveló que fue deportista: “Jugué futbol, aquí, con las Chivas e iba para profesional; jugaba de extremo izquierdo cuando del lado derecho estaba Chava Reyes. Todo esto es parte de una formación porque, creo, eso despertó mi espíritu competitivo, yo creo que siempre hay que ganar; si fui al extranjero es porque quise medirme con otros artistas en otros países (llegué a Europa, recorrí toda América y estuve en Japón) y, por otra parte, porque no quiero permanecer en un estudio. Siempre he querido ser un perro callejero”.Otra oportunidad que tuvo este medio de platicar con el creativo fue cuando inauguró su exposición “Las formas se transforman”, en la Galería Vértice. En aquella ocasión —15 de octubre del 2015—el artista compartió que su muestra que estuvo compuesta por 92 piezas, la cuales fueron creadas en 1972, 1984 y 2011: “Son algunas piezas figurativas, otras intermedias, de lo último que estoy haciendo; abarcamos tres o cuatro etapas”.En dicha entrevista, Arévalo destacó la vena viajera que siempre lo caracterizó, y recalcó que nunca le gustó estar en un solo sitio: “No puedo estar mucho tiempo en un mismo lugar; no comprendo cómo los demás pintores no lo hacen. Para mí un estudio es algo muy limitante”.También compartió que un factor fundamental a la hora de crear fue no tener reglas, sino dejar que todo fluyera: “Tengo la idea fija y me pongo a hacerlo, quiero hacer un par de figuras y termino haciendo un paisaje, la transformación del mismo cuadro, la idea. Hacer un cuadro sin saber ni cómo lo empiezo ni en qué va a terminar”, describió.JL