Y la lengua sigue sonando

ZAPOPAN, JALISCO (30/SEP/2011).- Tres propuestas distintas ocuparon el programa del segundo día del Encuentro de Poesía en Voz Alta y Performance Poético La Lengua Suena. Con algo de retraso debido a la fuerte lluvia que cayó el jueves por la tarde, el acto encargado de comenzar la noche fue “Sombras”, un performance acerca del lado divino y el lado terreno del hombre y la mujer. En él participó Adriana Leal con la recitación y canto a capela de sus poemas, alternando con el músico Gerardo Enciso. Los bailarines Melchor Armendáriz y Ailyn Arelles, la actriz Fabiola Rodríguez y el videoasta Jabo Panteras, colaboraron con ellos desde sus distintas disciplinas.

Se abrió el telón y la primera en aparecer caminando lentamente desde la oscuridad del fondo del escenario fue Adriana, recitando pausada y melódicamente: “Maleza hay en mi interior / maleza cubre mi exterior / maleza, maleza soy / Más turbia no podría existir / más pausa cómo respirar / pasemos ya a discernir el pulso sin delimitar”, mientras en la pantalla ubicada atrás y arriba pasaban las imágenes de un paisaje abierto con nubes atravesadas por rayos le luz y un árbol en el centro, seguramente emulando el paraíso.

Retrocediendo, también lentamente, Leal desaparecía y reaparecía en el escenario, y en sus momentos de ausencia se oía la voz y la guitarra de Enciso, quien interpretó algunas de las canciones de su autoría con letras que dejan ver una importante influencia literaria en el músico. Poco más adelante Armendáriz y Arelles representaron con danza contemporánea el Primer Sueño de Adán, mientras que Rodríguez tuvo dos apariciones en las que también utilizó su voz y su cuerpo para transmitir la poesía.

El segundo performance “Limbo Total” fue el del poeta y organizador del evento, Ricardo Castillo, quien estuvo acompañado de su hija, la bailarina Melissa Castillo, así como del músico Fernando Vigueras. Organizado a partir de los poemas de Il relámpago, un recitativo escrito por Castillo, tanto el texto, como la coreografía y la música sugirieron un ambiente oscuro y misterioso.

En primer lugar apareció Ricardo vestido de negro, quien con mirada fija hacia el público y dando pequeños pasos rítmicos en el escenario, comenzó pronunciando sonidos de un lenguaje no conocido, como si fueran los conjuros de un mago. Después, ya en español inició con tono tenebroso: “Ella habla / para uno que solo existe en las inmediaciones del espectro / ve, mira y escucha / lo que no podrás retener / la sarra seña y el desembarco del buque tempo aquel se acercará /mientras tu sombra /de ti liberada /agita ya la huraña enredadera / por donde nadie mira /por donde todo calla”.

Al tiempo que se oyeron los versos de Ricardo interpretados por él mismo, Melissa Castillo, semidesnuda y cubierta con pedazos de plástico negro por todo el cuerpo, se encargó de la coreografía, que por los movimientos lentos –casi robóticos— y los dos chongos de su cabeza semejantes a unas antenas, pareció la representación del paso sigiloso de un insecto. El espacio sonoro creado por Vigueras con guitarra y computadora, puso el toque para crear una atmósfera tétrica y angustiosa.

El último acto de media hora correspondió a “Xolo”, un encuentro entre la poesía de Mardonio Carballo y la experimentación vocal de Juan Pablo Villa. Con nada más que dos micrófonos al frente del escenario, los dos artistas recrearon escenas mentales prehispánicas, pero también introduciendo voces del México indígena contemporáneo. El que inició fue Juan Pablo, quien haciendo uso de su voz y de pedales con delays y efectos sonoros, cantó en náhuatl, idioma en el que también recitó algunas veces Mardonio, actor, periodista y escritor de raíces indígenas nahuatlacas que realiza todas sus actividades en sus dos lenguas natales.

Así terminó el segundo día de poesía performática en el Museo de Arte de Zapopan. Hoy viernes finaliza en encuentro con las actuaciones de Rodrigo Solís y sus “Crónicas Bicicleteras”, Minerva Reynosa y Benjamín Moreno con “Estética Unisex”, y Rocío Cerón con Natalia Pérez Turner con el performance “América”.

EUGENIA COPPEL / EL INFORMADOR