Martes, 26 de Noviembre 2024
Cultura | Enrique Navarro

VISIONES DE ATEMAJAC

Dr. Atl (IX)

Por: EL INFORMADOR

¿Quién era en realidad Nahui Olin? Esto, como en todo caso humano, es difícil saberlo. De su compleja personalidad nos llegaron fotos y ráfagas, ecos y escándalos, pero si para nosotros mismos muchas veces somos inexpugnables, ¿qué tan lejanos serán "los otros"? Sabemos, sí, que nació el 8 de julio de 1893 en Tacubaya.

 Sabemos, también, que fue hija del general Manuel Mondragón, mil veces polémico, no tanto por inventar un cañón que permitía un funcionamiento moderno de la artillería de los bandos revolucionarios, sino por traicionar al legítimo presidente Madero.

A Mondragón, en efecto, le debemos el penosísimo honor de iniciar el cuartelazo de la Ciudadela, propiciatorio del derrocamiento y asesinato de Madero y Pino Suárez. El dudosísimo palmarés de Mondragón se remata, asimismo, con el hecho de haber aceptado el puesto de secretario de Guerra y Marina otorgado por el usurpador en turno: el "Chacal" Victoriano Huerta.

Previo a estos acontecimientos, la niña Carmen Mondragón tuvo una refinada educación en la Francia de entre 1897 y 1905. Aprende el idioma, música, letras y pintura. Siendo joven, de retorno en México y aparentemente ajena al lodazal del padre, Carmen encarna, ni más ni menos, el nuevo rol protagónico de la mujer emancipada.

 Modernidad desplegada, todo esto implicaba, entre otros muchos avances, el dominio sobre su vida sexual, la transgresión de las normas morales y sociales, el cambio, en suma, de paradigmas mentales y culturales.

El Dr. Atl colaboró en tales afanes. Conoció a la joven Carmen un 22 de julio de 1921 en la casa de la señora Almonte, ubicada por los rumbos de San Ángel. El impacto fue categórico, instantáneo. Así lo plantea el Dr. Atl en su diario, comentado a su vez por Adriana Malvido en el libro Nahui Olin, la mujer del sol.

Carmen Mondragón venía de una fallida relación con Rodríguez Lozano aderezada por una leyenda negra que la culpaba del asesinato del hijo de ambos. El Dr. Atl buscaba una renovación para su agitada vida. El Exconvento de la Merced fue testigo del intensamente pasional -en muchos momentos enfermizo- legendario romance.

Nos queda claro que Carmen Mondragón fue la mujer más bella de su época. ¿Quién se atreve a negarlo? Quizá se acercaron Lupe Marín, Dolores del Río o Frida Kahlo, pero Carmen se cocía aparte. Las espléndidas fotos de Edward Weston así lo testimonian. También nos queda claro que se la jugó a partir de la relación con el Dr. Atl. Su atrevimiento, claro está, pagó precios muy altos. Estigmatizada socialmente, nunca pudo ser la misma: fue mejor.

Amantes reivindicados, el Dr. Atl y Nahui Olin, como era de esperarse, se separaron. Ella prosiguió su camino. Él se abocó a profundizar sus afanes pictóricos y literarios.

Acaso sus caminatas y ascensos de los volcanes le permitieron sublimar su finiquitada relación. Tal vez solo la soledad y amplia meditación de quien crea arte le permitiría asimilar y suspirar sin mortificación los amores pasados.

navatorr@hotmail.com

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