Un viaje infeccioso

GUADALAJARA, JALISCO (27/NOV/2010).- Cuando Sergio González llega a la cita para que nos platique de sus sueños y de ese viaje que ha tomado desde la ciudad de México hacia Guadalajara para presentar su libro Infecciosa en el marco de la Feria Internacional del Libro, el encuentro con El Informador está sumergido por dos instantes: el primero es una lámpara que se cae a pocos metros y del que después bromeará; y el otro es esa primer línea de su último texto: viajar es tener fiebre. Y Sergio la tiene.

En Infecciosa hay la historia de un ciclo: ese circulo imaginario de un hombre que viaja a través de diferentes latitudes-México, Génova, Torino, Franckfurt y Oviedo- para tratar de escapar de una mujer, pero también es la historia de un hombre que se busca a si mismo. Con la voz avinagrada se le pregunta a Sergio ¿por qué infecciosa? Y mientras se rasca ese rulo bigote dice “La condición del viajero es que infecta a los demás, cuando viajamos es un acto simbólico de ir y venir, de estar vagando, de no ser el mismo”.

En el libro que se presentará hoy a las 16:30 horas en el salón Mariano Azuela del área de negocios de la FIL el lector encontrará “Un viaje que no termina. Y en esa medida el viaje es desde y hacia la ciudad de México y cumple un ciclo. “ Es un libro que habla de todo y de nada, porque al final eso está presente en todo ser humano.

El personaje se relata a él mismo “en lugar de divagar en glorias perdidas me gustaba cantar a lo largo y a lo ancho del edificio. Escuchar mi voz desangrarse en su eco. Imperiosa, persuasiva, bélica, insinuante. Filosofaba en voz alta sobre la tenacidad del polvo, o el espesor flexible de mis flemas por la mañana.”

Sergio se ha quitado una de las dos chamarras que embadurnan su cuerpo, sus lentes reflejan la lente que le ha tomado las fotos y ahonda más en su texto “(habla de)cuando contemplamos una realidad, la novela trata del contagio de la violencia, del deseo, del sueño, sobre todo cuando tiene que ver con la fantasía con los demás, tengo la idea de que el sueño cumple una vida no solo en el espacio, sino también hacia fuera. “

Antes de concluir hablará de esa lámpara que casi le parte la cabeza, y concluye como si de verdad hubiera querido ver sangre “La realidad de México es el simple contacto con la propia violencia, es necesario ese contacto porque así nos fortalecemos con esas barreras, yo no soy de los que creen que la violencia debe ocultarse. La gente debe tener contacto con la violencia para que reflexionen en ella”

EL INFORMADOR / OMAR GARCÍA