¿Un diálogo con eco?

GUADALAJARA, JALISCO (30/NOV/2015).- Enrique Vila-Matas se reunirá hoy con mil jóvenes... o quizá serán más. Todos ellos convocados por la Universidad de Guadalajara, a través del Sistema de Educación Media Superior (SEMS), organismo que agrupa a todas las preparatorias que dependen de la máxima casa de estudios de Jalisco.

Quienes asisten a esta cita suelen acudir con un propósito: demostrar que llegaron a la cita, reportarse con el maestro en turno y así obtener puntos en alguna materia.

La mayoría de los chicos que asisten a esta ya añeja actividad en la FIL no tienen idea de quién es el personaje que charla con ellos; y si acaso lo saben porque atendieron las indicaciones del profesor al ingreso del recinto, en lo menos que están interesados es en prestar atención. Algunos, se ha visto al paso de los años, incluso se duermen.

El asunto en cierta medida tiene que ver con que los adolescentes nacen y viven un contexto en el que los libros y su relación con la lectura es cambiante, además de su preferencia por las nuevas tecnologías; donde los blogs y las redes sociales, en muchas ocasiones están por encima de leer obras clásicas de literatura universal, las cuales —por cierto— no siempre se insertan en los programas de lectura de las escuelas secundarias y preparatorias públicas y privadas.

Y es que aunque quizá Mary Shelley, Mario Vargas Llosa o Shakespeare parecieran ser autores complejos para el nivel de comprensión de los adolescentes, Santiago Romero —docente de Español en segundo y tercero de secundaria— recomienda que dentro del plan de lectura en las escuelas y colegios se fomenten los libros de autores clásicos, con la inteción de que la lectura sea una herramienta que aporte las bases de formación estética e intelectual de las nuevas generaciones.

Hábito sin obligación

En cuanto a la metodología de algunos de los maestros que están involucrados en la enseñanza de personas entre 13 y 17 años de edad, Santiago Romero explicó que uno de los elementos que se ha estado aplicando para insertar la lectura en las nuevas generaciones es la obligación, con base en un porcentaje de la calificación final.

“El alumno, como una de sus tareas diarias escolares, debe sumergirse en el mundo de la lectura, para que en un futuro disfrute, tenga nociones sobre la literatura y pueda leer cualquier tipo de texto. Hay que tratar de generar el  hábito por la lectura”, advirtió.

Agregó que las obras y las autores que están incluidos en el plan de estudios de la SEP para jóvenes, están relacionadas a antologías y cuentos de escritores recientes y otros no tan nuevos, que abordan las temáticas de historia, fantasía, poesía y lingüística. Algunos ejemplos son: “A la deriva”, de Horacio Quiroga; la narración de “La fiesta de las balas”, de Martín Luis Guzmán; “Los vikingos llegaron antes que Colón”, de Gerardo Doom; “El barranco”, de José María Arguedas; además de textos periodísticos.

“Las lecturas más atractivos para el sector juvenil son las historias de fantasía, porque los adolescentes tienen un vinculo a su contexto. A esa edad les gusta soñar, sentirse parte de la historia. Por su parte, los ejemplares con más desagrado son los que emplean muchos datos y números, porque les parece aburrido”.

En opinión de Santiago Romero, algunos autores que las escuelas deberían incluir en sus programas de lectura son: la trilogía de Isabel Allende (“La ciudad de las bestias”, “El bosque de los pigmeos” y “El reino del dragón de oro”), al igual que las obras de Mario Vargas Llosa, Robinson Crusoe, Shakespeare, Oscar Wilde y Truman Capote.