Viernes, 22 de Noviembre 2024
Cultura | Se presentó con un repertorio más propio de un cantante

Un Villazón palenquero

El tenor se presentó en el Auditorio Telmex, ante alrededor de cinco mil personas

Por: EL INFORMADOR

Musicalmente hablando, Villazón acosó voz de convaleciente. E. PACHECO  /

Musicalmente hablando, Villazón acosó voz de convaleciente. E. PACHECO /

ZAPOPAN, JALISCO (24/JUN/2010).- Complaciente, sin pretensiones, con un repertorio de buen gusto, sí, aunque de corte comercial, muy alejado de las cimas del canto que ha conseguido escalar en su carrera, Rolando Villazón regresó a Guadalajara.

Lo hizo anoche, en el Auditorio Telmex, provisto de un programa hecho a la medida para complacer, aunque no para entusiasmar, a unas cinco mil personas.

Lo hizo con todas las ventajas: con una docena de canciones cómodas, que domina porque las trae en sus raíces; con exigencias mínimas, porque el público concurrió predispuesto a aclamarlo, y porque la sonorización del Auditorio facilita las cosas en materia de volumen.

Así, con la complicidad, en modo alguno pecaminosa, del auditorio, Villazón se dio vuelo: cualquiera diría que "vino, cobró y triunfó".

De regreso al canto, después del receso a raíz de la operación a la que fue sometido, Rolando deja en el aire la incógnita de si aún le queda voz para volver a las ligas mayores de la música, o se queda en el llano. El tenor mexicano cantó anoche como un escolapio llena planas de palitos y bolitas en la clase de caligrafía: sin mayor esfuerzo; sin tener que demostrar si el traspiés en su carrera marca un antes en ascenso y un después en declive.

Acompañado por los Bolívar Soloists, Villazón  acomodó en el programa algunas piezas semiclásicas del repertorio mexicano: desde Dime que sí hasta Júrame, pasando por Solamente una vez, al lado de otras metidas a martillazos, como Bésame mucho, Noche de ronda, Veracruz, Comprendo y El reloj.

Musicalmente hablando, Villazón acosó voz de convaleciente: quebradiza e insegura en la entonación; sistemáticamente rehuyó las notas graves, y cuando fue inevitable atacarlas, patinó en ellas; el vibrato fue inconsistente y el timbre se escuchó notoriamente oscurecido. Rolando acusó su debilidad por los portamentos, pero ocasionalmente se soltó el pelo con alardes de potencia y fiato, y facilidad para alcanzar las notas altas.

Entre las pifias imperdonables de la velada: Granada, obra de lucimiento de cantantes y tenores, fue dejada por Villazón en manos de sus músicos, para que llenaran el primer segmento mientras el descansaba; en su ausencia, sus acompañantes hicieron de la tal Granada un ponche.

En suma, Villazón se presentó con un repertorio más propio de un cantante (muy superior a lo que hoy en día se consigue en el mercado, pero cantante al fin) que de un tenor operístico, y dejó en el aire más dudas que certezas acerca de su futuro como artista.

Jaime García Elías

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