Sábado, 30 de Noviembre 2024
Cultura | Por: Fernando Barrera

Torerías

Una muerte soñada

Por: EL INFORMADOR

Me acabo de enterar que padezco una enfermedad cardiaca y aunque todos tenemos los días contados, quizá los míos sumen menos. No se sabe aún la magnitud del daño que tengo, pero que es algo de alto riesgo, sí que lo es. Dentro de ese torbellino de emociones y sensaciones que conlleva una noticia de ese tipo, no puede evitar ir pensando en cómo podría ser mi muerte.

Alguna vez soñé con que fuera gloriosa, heroica; en las astas de un toro, en medio de una plaza rebosante de gente, mientras hacía un faenón de antología, pero no se dio ni se dará.

En cambio, qué daría por tener la misma que Jorge “El Ranchero” Aguilar. El 27 de enero de 1981, en la ganadería de Coaxamaluca, toreando por naturales a una becerra, cayó fulminado por un infarto.

Recuerdo, incluso, paradojas de la vida, que hace un par de años, por estas fechas, estuve en ese mismo ruedo donde murió uno de los toreros con más personalidad que se recuerden.

Jerónimo, sobrino nieto de “El Ranchero” y yo comentamos, mientras me señalaba el sitio de tan romántico deceso, que ésa es una bella forma de morir para quienes estamos envenenados de este mal de montera.

También pienso en esa apacible muerte, por llamarla de alguna forma, que tuviera Curro Rivera, una pérdida que personalmente me significó por la amistad que mi abuelo tuviera tanto con el maestro Fermín, su padre, como con el propio Curro.

Fue el 23 de enero de 2001, mientras tentaba, en vísperas de reaparecer en la Plaza México, una becerra en La Alianza, ganadería de su madre. Según recuerdo, una vaca, la tercera que tentaba, le rompió la muleta, se enfadó y súbitamente cayó a la arena, aunque hicieron esfuerzos por reanimarle, no había nada que hacer.

Parece absurdo que mientras algunos buscan tener toda una legión de acompañantes antes del último suspiro, otros, tal vez sin buscarlo, encontraron en la soledad del campo la forma más rápida e indolora forma de despedirse de este mundo, pero lo más significativo es que ambos pudieron hacer en sus últimos momentos lo que tanto les apasionó. Vaya forma tan maravillosa, una muerte soñada.

fotografiataurina@yahoo.es

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