Lunes, 18 de Noviembre 2024
Cultura | El grupo de percusionistas abrió la actividad artística del FIC

Tokyo Dageki Dan llevó su sonoridad musical a Alhóndiga de Granaditas

El grupo de percusionistas abrió la actividad artística del FIC

Por: NTX

Con fuegos pirotécnicos y sonidos ancestrales del país invitado, el Festival Internacional Cervantino arranca sus actividades. EFE / U. Basurto.

Con fuegos pirotécnicos y sonidos ancestrales del país invitado, el Festival Internacional Cervantino arranca sus actividades. EFE / U. Basurto.

GUANAJUATO, GUANAJUATO (09/OCT/2014).- La música del grupo Tokyo Dageki Dan (Tambores de Japón) tendió un puente, sublime y subyugante, con el cielo de esta capital para escalar los juegos pirotécnicos que avisaron del cierre de la función inaugural del 42 Festival Internacional Cervantino (FIC), anoche, en la Alhóndiga de Granaditas.

Casi tres horas antes, con el paso acelerado y el rostro lleno de expectación, varios miles de personas llegaron a la explanada del histórico edificio para tomar sus asientos y poder esperar, pacientes, la llegada de los invitados de honor, los príncipes Akishino de Japón, altezas imperiales que presenciaron la función; Japón es el país invitado de honor del FIC.

El espectáculo inició apenas llegó la pareja real, y tras la bienvenida, una recia voz en off anunció el inicio de la primera función del festival. Sobre el escenario, desnudo de toda forma escenográfica, aparecieron los seis miembros del grupo asiático, y con ellos, sus tambores, flautas y cencerros que acompañaron a sus voces en las antífonas del Oriente.

Sonidos emanados de una tradición sabia y milenaria invadieron pronto la atmósfera de la explanada de la Alhóndiga que se volvió pequeñita ante tanta gente. Gradas, escalinatas, pasillos y barandales desaparecieron detrás y debajo de quienes no quisieron perder la oportunidad, tal vez, única, de escuchar y ver a esa agrupación de talla internacional.

A veces con gracia, a veces con solemnidad, pero siempre con una enorme carga de simbolismos ancestrales, cada interpretación de ese arte sonoro dejó ver al público la depurada técnica interpretativa de los seis jóvenes percusionistas, indudablemente arraigados en la severa y muy disciplinada enseñanza musical de su país.

En medio de aplausos, gritos eufóricos, vivas y vítores con lo que el público pagó lo bien hecho por los músicos, concluyó la parte inicial del espectáculo. Un intermedio de 15 aproximadamente minutos dio pie para que cada quien se levantara y estirara las piernas. Los artistas volvieron al escenario para elevar el espíritu a través de su concierto.

Noble y glorioso, fuerte y delicado a la vez, el sonido de las percusiones se apoderó otra vez del espacio, para la gozosa escucha del público que en su mayoría, estuvo integrado por jóvenes, aunque las familias enteras, desde abuelos hasta los nietos, también se dejaron ver en medio del gentío que siempre agradecerá la ausencia de lluvia.

Banderitas blancas con un círculo rojo en el centro, símbolo del Sol Naciente, ondearon de pronto ente la muchedumbre. A cada interpretación, una oleada de lábaros; para cada movimiento, un alarido eufórico; por cada entonación, un reconocimiento generalizado de mexicanos, y no pocos extranjeros, que se emparejan con el arte y cultura de Japón.

Finalmente, en el firmamento comenzaron a tronar los cohetes. Fuegos de artificio que iluminaron la estampa cervantina mientras Tokyo Dageki Dan ejecutaba la postrera de sus intervenciones. Música y canto hicieron un maridaje inusual con la luz y el tronido y con ello, los asistentes se marcharon, poco a poco, con una sonrisa dibujada en el rostro.

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