Martes, 26 de Noviembre 2024
Cultura | Juan Carlos Lomónaco es el director huésped

Sinfónica Nacional ofrece Concierto de la Academia de las Artes

Juan Carlos Lomónaco es el director huésped dentro de la Temporada 2012

Por: NTX

La Orquesta Sinfónica Nacional. ARCHIVO  /

La Orquesta Sinfónica Nacional. ARCHIVO /

CIUDAD DE MÉXICO (01/OCT/2012).- En transmisión especial, la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) ofreció, dentro de su Temporada 2012, el Concierto de la Academia de las Artes con las obras "Aura, paráfrasis orquestal de la ópera", de Mario Lavista (1943), "Ludus autumni", de Joaquín Gutiérrez Heras (1927-2012), "Metro Chabacano", de Javier Álvarez, y "Ballet Imágenes del Quinto Sol", de Federico Ibarra (1946).

Ayer domingo, la Sala principal del Palacio de Bellas Artes abrió sus puertas al público de manera gratuita y acogió a Maestros de la Academia de las Artes, entre los cuales se encontraban tres de los cuatro músicos del programa: Mario Lavista, Javier Álvarez y Federico Ibarra.

Comenzó la gala con "Aura": el recinto se satura de halos fantásticos y cuadros sonoros de una extraña raigambre expresiva bordeada de figuraciones, en la que el amor sobrepasa el tiempo y las obsesiones del deseo protagonizan un periplo por espacios espectrales que arrendan criaturas de arcaicos embozos.

Los instrumentos de viento y cuerdas dibujan atmósferas de frondosa letanía y quebrada enunciación. Suspicaz estridencia rítmica: arpa que dialoga con los timbres percutivos y señales expresionistas que transmutan el bisbiseo de los violonchelos a espacios de blando encadenamiento fantasmal. Los lectores de la novela de Carlos Fuentes (1928-2012) pudieron conjeturar las sombras de Aura/Consuelo y Felipe/Llorente.

Concepción sonora que dibuja, de manera cabal, la idea central del texto del autor de "Cristóbal Nonato": el amor más allá de la muerte (Quevedo), tiempo que arropa, tiempo que sedimenta la codicia carnal. En la música de Lavista un acoso lenitivo transporta al escucha hasta la casona de Donceles: verde llameante en las proporciones y espuma del diablo en los tabaleos rítmicos.

Continuó Joaquín Gutiérrez Heras: un arquitecto que hizo de la música su patria definitiva. "Ludus autumni" de cuatro acápites (introito lento, secuencia lúdica: scherzo, lento y allegro vivace) que se escuchan en un solo movimiento de continuidad cabalgante. Atmósfera de filiación no romántica y total pureza cinemática.

Flauta protagonista de un vago motivo melódico que conversa con apariencias disyuntivas en glissandos que reconfiguran pasmosas iconografías sonoras: tránsito citadino, algarabía, silbidos, cantinelas, murmullos... Ademanes de "noise music" en presumibles representaciones pictóricas de un gozoso otoño ("Ludus autumni": travesura de otoño).

La briosa conducción de Lomónaco realzó los 12 minutos de su duración: destaca la ejecución de la sección de metales y, muy especialmente, los fraseos de la flauta. Estrenada en 1992 por la Filarmónica de la UNAM, bajo batuta de Enrique Barrios, esta pieza constituye unos de los momentos señeros de la música de concierto mexicana del siglo XX.

Prosiguió el itinerario con "Metro Chabacano", de Álvarez, composición que explota esquemas rítmicos de brumosa letanía espacial. Promiscua sonoridad en la que se asoman por momentos, líneas tonales sudamericanas en acentos de manifiesto divertimento.

Presentada en vivo en los 90 por el Cuarteto Latinoamericano de Cuerdas en la estación homónima del metro de la Ciudad de México --secundando una instalación de arte cinético del artista plástico Marcos Limenes--, la pieza de Álvarez ha alcanzado reconocimiento internacional y varias versiones de agrupaciones de cámara europeas. Ayer, los asistentes la recibieron con encomiado interés.

Cerró el agasajo con "Ballet Imágenes del Quinto Sol", de Ibarra, que glosa la leyenda del Quinto Sol en una apuesta que describe los ciclos del conocido mito mesoamericano. Tigres, viento, agua, tierra, sol, hambruna, peces, guajolotes y fuego son sugeridos en una avasallante caligrafía sonora de exaltada belleza.

Música para danza de animaciones tímbricas que conjeturan los cambios de los cinco soles hasta el final del mundo por un gran movimiento telúrico: Federico Ibarra logra franjas muy particulares desde pujante enunciación de cuerdas, metales y percusiones.

Satisfacción general. Federico Ibarra se dirige al proscenio y estrecha la mano del director huésped Juan Carlos Lomónaco. Mario Lavista autografía programas. Javier Sánchez posa para una foto junto a un grupo de niños y señoras. La tarde se aposenta en un nublado que vaticina lluvia. "Me parece muy atinado este concierto con tantos jóvenes en la sala", comenta Lavista.

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones