Salas de lectura, un oasis en medio de la nada

GUADALAJARA, JALISCO (04/ABR/2011).- Richy tiene seis años, el cabello despeinado, un par de tenis con costras de mugre y una playera naranja hecha girones que le queda grande. Es miércoles por la tarde y este niño tiene una cita con Gaby, la psicóloga encargada de la Sala de Lectura ubicada en la colonia Mezquitán. Hace un año Richy no hablaba, no jugaba, ni tampoco sonreía. Ahora tampoco lo hace, está esperando a que le presten un libro para hacerlo.

Las salas de lectura son pequeños espacios donde los niños y jóvenes pueden compartir libros y conversaciones, a través de 150 libros que se entregan a quien decide convertirse en un líder y promotor de lectura en su comunidad. Este programa forma parte del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), y desde hace más de 20 años han funcionado como una herramienta de cohesión social.

En Jalisco existen actualmente 208 salas de lectura, pero mal proporcionadas. Del total descrito, 112 espacios están situados en la Zona Metropolitana de Guadalajara y las 96 restantes se reparten en otros 42 municipios, es decir, hay en el Estado 78 ayuntamientos que no cuentan con un espacio como este.

La centralización

En la página de internet del Programa Nacional de Salas de Lectura del Conaculta dice que Jalisco cuenta con 252 salas, pero la dependencia que se encarga de dar el abastecimiento y la gestión de libros es la Secretaria de Cultura (SC) del Estado. Ellos tienen, en sus archivos, una lista de 208 espacios, de los cuales 51 salas no tienen un domicilio, por lo que no está claro dónde queda el compendio de 150 libros que, en promedio, se les entrega a los promotores de lectura.

Para el investigador de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Miguel Ángel de León, el principal problema que tienen las salas de lectura “es que su administración está en el Distrito Federal. Hace poco tiempo que cambiaron la sede, antes todo lo hacía el Gobierno estatal. El problema es que cuando uno quiere ser promotor de la lectura y poner una sala lo que hace el proceso burocrático es que te detiene, porque tienes que esperar los cursos de capacitación que se dan allá, y eso, quieras o no, pues desanima”.

Los frutos

El investigador del Departamento de Letras presume que la sala de lectura a su cargo, ubicada en las instalaciones de la Preparatoria 4 de la UdeG, es la más longeva del Estado: “Nosotros tenemos 17 años con nuestra sala, que nos ha dado muchas satisfacciones, porque un espacio como ése tiene dos funciones en específico: la primera es fomentar las relaciones familiares en torno al libro, lo que quiere decir que el libro forma parte del núcleo familiar. La segunda es que la comunicación entre padres e hijos se desarrolla porque cambia el discurso de poder”.

De León cuenta anécdotas como quien sabe los entretelones de la vida. “Ha habido estudiantes que arraigan el gusto por la lectura de tal manera que le dicen a sus padres que no van a pasar la materia si ellos (los papás) no acaban los libros como sus hijos. Al final, los libros también son un pretexto para platicar sobre cualquier tema”.

La lectura en las salas es por placer

Gabriela Aguilar es la psicóloga encargada de la Sala de Lectura que todos los miércoles recibe a los niños de la zona de La Normal. Casi siempre van niños nuevos y también casi siempre vuelven. El miercoles que Richy llegó le daba miedo jugar con otros niños. Pero ha cambiado poco a poco, dice la responsable del lugar.

“Nosotros empezamos a ver que el niño necesitaba otro trato. La mayoría de los niños que vienen respetan los momentos de juego y los de lectura, el caso de Richy es diferente porque él siempre ha sido muy serio. Poco a poco lee y se ríe más…”.

La dinámica con la que funciona la Sala de Lectura de Aguilar es que llegan los niños a las 17:00 horas, “jugamos un rato, conocemos a los niños nuevos, y ya después leemos otro rato hasta consumir las dos horas de actividad”.

Leticia Pulido lleva todas las semanas a su nieta Daviana, de ocho años, para divertirse. Tiene dos meses con esta rutina, en la que también incluye a las amigas de la escuela que se quieren unir. La abuela dice que apenas con ocho semanas “la niña ha cambiado, me he fijado que los niños se vuelven un poco más organizados, ya preguntan más cosas, hasta a nosotros nos ponen a leer”.

Miguel Ángel de León cree que la mejor manera en que pueden acercarse los niños y los jóvenes a la lectura es por medio de juegos. “Lo que pasa es que en la escuela nos han enseñado que leer es una obligación, cuando tiene que ser un placer. Hay varios tipos de lectura y ninguna es mala, hoy se sataniza mucho los best sellers, pero ese tipo de lectura es una oportunidad, porque podemos hacer que los jóvenes lean otras cosas. Y para poder hacer promotores de lectura primero tenemos que formar lectores, ya después las lecturas también van madurando, es como todo”.

El pendiente

Las salas de lectura son como oasis en el desierto, son pocas pero vitales. Jalisco aún tiene materias pendientes con la promoción de la lectura. “Hacemos campañas una vez al año o tenemos una semana de promoción, pero la clave del éxito en las salas de lectura es la constancia”, dice De León, pero eso Richy no lo sabe. Él sí tiene una sala a la que puede acudir todos los miércoles, y ahí, después de pintar un mural con Gabriela Aguilar, él leerá un rato. Ya después volverá a casa a seguir esperando a que le presten un libro para sonreír.

Salas de lectura en la ZMG
52 Guadalajara
30 Zapopan
11 Tlaquepaque
4 Tlajomulco
15 Tonalá

Los números

53% de las salas están en la ZMG mientras que el 47% restante se situan en 42 municipios del Interior del Estado
58% de los 125 municipios en Jalisco carecen de salas de lectura
25% del total de salas no tiene domicilio
150 libros en promedio les otorgan por sala