Ruy Pérez Tamayo, la pasión detrás de la investigación

(02/DIC/2010).- Perfiles

—¿Quién es Ruy Pérez Tamayo según Ruy Pérez Tamayo?
—Yo soy un médico que estudió su carrera en la Facultad de Medicina de la UNAM; he sido profesor de esta facultad durante 67 años. También soy un especialista en una rama de la medicina, la patología, que consiste en el estudio de las causas, los mecanismos y las consecuencias de las enfermedades. Yo no tengo práctica clínica, no veo pacientes… pero soy un médico de los médicos. Soy viudo, pero viví casado durante 58 años con mi esposa; tengo tres hijos, cinco nietos y cuatro bisnietos. Ése es Ruy Pérez Tamayo.

—Cuando pequeño, ¿qué soñaba ser de grande?
—Yo quería ser vaquero, pero como mi hermano era siempre el vaquero, yo me resignaba a ser el caballo. Cuando él salía de la casa corriendo gritaba: “Soy un vaquero”, yo salía detrás de él gritando: “Soy su caballo”.

—¿Cómo nace en usted la pasión por la medicina?
—La razón por la cual estudié medicina es porque tenía un hermano mayor, al que quise y admiré mucho toda mi vida. Cuando él decidió hacerse médico, decidí hacerme médico. Si él hubiera decidido ser bombero, yo hubiera sido bombero, pero una vez que conocí y empecé a entender lo que es la medicina, me di cuenta de mi buena suerte porque es la profesión más extraordinaria del mundo y no la cambiaría yo por ninguna otra.

—Si pudiera transportarse en el tiempo, ¿en qué época le gustaría vivir y por qué?
—En ésta, en la que estoy viviendo, porque me ha tocado ver un grado de transformación de la sociedad como no había ocurrido antes en toda la historia... Lo que sí, quisiera tener ahora 20 años de edad, porque lo que vamos a ver, va a ser una transformación no solamente cuantitativa sino cualitativa.

—Si pudiera lograr que todos los mexicanos leyeran el mismo libro, ¿cuál sería?
—Estoy entre dos libros. Uno que me parece el Quijote del siglo XX, Cien años de soledad y el otro Pedro Páramo, porque me parece que ése es el Quijote mexicano. Estos dos libros van mas allá de la historia que relatan, retratan el espíritu latinoamericano; la forma de ser del hombre del nuevo continente…

—¿Qué es más peligroso: la ignorancia o la indiferencia?
—Absolutamente la ignorancia, porque la indiferencia tiene una cura, un remedio sencillo, mientras que la ignorancia tiene una sola medicina, que es la educación…. La ignorancia tiene consecuencias graves y no fáciles de corregir, mientras que la indiferencia puede ser una situación transitoria, superficial, que inmediatamente puede revertirse cuando algo despierta la curiosidad.

—¿Cuáles son sus expectativas de la FIL 2010?
—Ya se han cumplido en parte. Me parece que la reunión de las 22 academias de la Asociación de Academias de la Lengua Española, organizada por la FIL, será trascendente para los más de 400 millones de hispanohablantes que existen en el mundo.

—¿Qué debate y entre quienes le gustaría presenciar?
—Me imagino dos debates: el primero entre los médicos Vesalio y Galeno; el segundo entre los músicos Mozart y Schöenberg.

—¿Qué mensaje puede dar a los jóvenes de Mar Adentro de México?
—Cuando uno quiere hacer o alcanzar algo, lo puede hacer y lo puede alcanzar, pero tiene un precio y hay que estar dispuestos a pagarlo, ese precio es el trabajo, el compromiso y la perseverancia… no hay nada que resista la acción corrosiva del trabajo. La persona que fracasa lo hace porque quiere; mala suerte todos hemos tenido, pero buena suerte también.

Asociación de ideas

l Educación: Lo más necesario en este país.
l Ciencia: Importantísima y de enorme trascendencia.
l Juventud: Divino tesoro, ya te vas para no volver.
l Compromiso: La única forma de vivir.
l Castilla y León: Una tierra muy linda… pero muy seca.
l FIL: Una experiencia inolvidable cada año; una estructura admirable, una realización de la que todos debemos estar muy orgullosos.


ENFILADOS

La profundidad de los detalles

¿Sabías que..?
En el periodo 2000-2008 fungió como primer director adjunto en la Academia Mexicana de la Lengua, donde desempeña el cargo de tesorero desde 2008.

Ha dado cursos y conferencias en prestigiosas Universidades como Yale, Harvard y John Hopkins en los Estados Unidos, entre otras.
Ha publicado más de 150 artículos científicos en revistas nacionales y extranjeras y 39 libros (15 de temas científicos y 24 de ensayos históricos y de divulgación científica).

Pertenece a 48 sociedades científicas nacionales y extranjeras (es miembro honorario en nueve de ellas).

LA FUERZA DE LA PALABRA
The Last Word, Shirin Neshat

Las palabras tienen la facultad de liberar ideas, pensamientos y espíritus enteros, pero bajo contextos específicos pueden ser también motivo de angustia, sufrimiento y persecución.

Shirin Neshat, iraní de nacimiento, nos permite acercarnos con su obra, The Last Word, a la realidad que vive su género bajo los regímenes islámicos que impiden la expresión libre de las mujeres a través de la humana necesidad de la escritura.

A través de su film de 35 milímetros nos muestra la construcción metafórica del conocimiento en una mujer que camina, en analogía con la vida, por un pasillo oscuro que progresivamente la dirigirá a su propio juicio, en donde deberá enfrentar un interrogatorio masculino que parece reprimir su capacidad de defensa.

Sin embargo el título que lleva la obra refiere a la última palabra que menciona la mujer, misma que logra imponerse a modo de poesía en un acontecimiento que nos recuerda el afronte progresivo y silencioso que deben ejercer todos los días aquéllas a quienes les ha sido negada la facultad de exteriorizar pensamientos y sentimientos al borde del colapso.

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