Cultura | El ganador del Premio Alfaguara 2010 presenta ''El arte de la resurrección'' ''Rulfo es mi copiloto'': Hernán Rivera Letelier El ganador del Premio Alfaguara 2010 presenta su novela galardonada, El arte de la resurrección Por: EL INFORMADOR 1 de diciembre de 2010 - 05:55 hs El autor afirma que empezó a escribir “por hambre”, pero hoy lo hace “por necesidad espiritual”. A. CAMACHO / GUADALAJARA, JALISCO (01/DIC/2010).- Trabajó en una mina salitrera, pasó hambres, conoció la pobreza. Un día se volvió escritor y después se hizo famoso. Eso es lo que suele recordarse cuando se habla de Hernán Rivera Letelier (Talca, 1950), el escritor chileno que este año ganó el Premio Alfaguara de Novela y sumó los 175 mil dólares de ese galardón a una lista de reconocimientos que le permitieron cambiar de vida. Su obra, no obstante, está teñida por completo por la experiencia en torno a las minas. El más reciente testimonio es esa novela: El arte de la resurrección, donde relata el periplo del Cristo de Elqui, un ermitaño en el desierto que anda buscando a una prostituta llamada, nada menos, Magdalena. Autor de una obra marcada por un pronunciado tono surrealista y casi mágico, repleta de humor, Rivera Letelier está bien advertido de su popularidad, pero asegura que no le ha afectado y que disfruta, dice como artista de la tele, “el cariño de la gente”. Lo vivió el lunes en Tecolotlán. Tenía una charla con preparatorianos en el programa Ecos de la FIL, que lleva a escritores a las aulas de la Universidad de Guadalajara, pero los estudiantes y los vecinos le hicieron una fiesta en el museo municipal, vestidos como sus personajes, pues los alumnos leyeron cinco de sus libros que compraron por internet. Lo relata encantado una y otra vez: “Empieza el acto y el presentador dice: ‘Dejamos con ustedes a Hildebrando del Carmen’, y aparece un niño vestido como el personaje (de su novela Himno del ángel parado en una pata) y con una gallina en la mano, porque mi personaje creía que las gallinas eran ángeles. Después me contaron que anduvieron consiguiendo la gallina y que la señora que se las prestó les dijo: ‘Cuidado, porque mi gallina como a esa hora pone’. ¡Y el niño andaba con la mano en el cu... de la gallina a ver si caía el huevo! El tendero me mandó cuatro camisas charras, de ésas con bordados; me llevé una blanca, preciosa. La posteridad me importa un ca...: si me quieren hacer un homenaje, que me lo hagan en vida. Y éste es el mejor que me han hecho en la vida”. —Cuando se habla de usted, siempre se cita su biografía, sus orígenes humildes. ¿Cómo vive esto de ser una figura pública? —Es espectacular. En Chile siento el cariño de la gente a donde voy: me tocan la bocina, las mujeres me paran en la calle a besarme… Es muy lindo, pero yo no he cambiado en nada. —¿En algún momento ha pensado que pese más esta fama que su trabajo? —En cada libro me saco la cresta trabajando para que quede bien, y creo que la respuesta está en el epitafio que ya tengo escrito: “Murió antes que su obra”. Que la gente se emocione, es impagable (…) Creo que hay dos clases de escritores: a los que uno admira, y a los que uno admira y quiere. Recuerdo una tarde que estaba en mi casa, escuchando radio y, de pronto, y el locutor dice: “Hoy, en París, acaba de morir Julio Cortázar”. Yo nunca lo vi, pero me sentía como su amigo, y me tiré en un sillón a llorar como un niño porque había muerto un amigo. Asimismo lamenté la muerte de Juan Rulfo. Rulfo es mi Dios. Si tuviera un auto, que no tengo, le pondría una calcomanía que diría: “Rulfo es mi copiloto”. —¿Qué literatura le interesa hacer? —Yo, de teoría literaria, no sé nada. Soy autodidacta, soy contador de historias. No me preocupo por nada: me siento a escribir, de repente aparece una historia. —¿Qué libro le ha costado más trabajo? —Santa María de las Flores Negras, porque tuve que investigar mucho y soy flojo para investigar. A mí me gusta imaginar, crear, y esto fue un hecho real, una matanza de obreros en una escuela en 1907, la huelga del salitre. Era una historia que en mi país la querían olvidar; yo la desenterré. —Para El arte de la resurrección, ¿también tuvo que documentarse? —Lo justo y necesario. También he aprendido que, si te documentas demasiado, le cortas las alas a la inspiración y te sale algo como una crónica, que no me ha interesado nunca. (…) Es que a mí me salen las historias desde las tripas. Y tengo mucha suerte, porque tengo un desierto entero para mí solo. —¿Es feliz con lo que hace ahora? —Soy la persona más feliz de este planeta. Yo fui explotado durante 30 años, tenía que trabajar 16 horas seguidas, mis niños no tenían los zapatos: una mie.. de vida. Pero esa vida me sirvió para escribir lo que escribo. A los 45 años, cuando publico La reina Isabel cantaba rancheras, me hice dueño de mi tiempo. Si la felicidad existe, 80 por ciento es eso: ser dueño de tu propio tiempo. Temas Escritores FIL 2010 FIL- Las letras Lee También Grupo Planeta echará la casa por la ventana Foro Audio FIL: el punto de encuentro para los amantes del formato sonoro Editorial UdeG resalta en la FIL con actividades y obras que celebran su legado FIL Niños, entre pensamiento crítico y diversidad Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones