Miércoles, 22 de Enero 2025
Cultura | Obeliscos de más de 3 mil 500 años

Roma, la ciudad de los obeliscos

La capital italiana es hoy la ciudad que cuenta con un mayor número de este tipo de monumentos, en concreto 18

Por: EFE

ROMA, ITALIA.- Roma es famosa por sus templos, foros y arcos del triunfo de la época imperial, pero es menos conocida por sus restos egipcios, como los obeliscos, un tipo de arte del que la Ciudad Eterna es la mayor exponente en el mundo.

La capital italiana es hoy la ciudad que cuenta con un mayor número de este tipo de monumentos, en concreto 18, entre originales egipcios, copias romanas y piezas modernas.

Los hay de todos los tipos: obeliscos colocados sobre fuentes, como el de la Piazza Navona, que se encuentra en lo alto de la Fuente de los Cuatro Ríos; con jeroglíficos y sin ellos; obeliscos de más de 3 mil 500 años y otros que apenas tienen diez lustros.

Tan altos como una casa de nueve pisos y tan pequeños que un elefante puede llevarlos a su espalda, como el Obelisco de la Minerva, al que Gian Lorenzo Bernini colocó un paquidermo de mármol en la base.

Los obeliscos llegaron a Roma desde el reinado de Augusto (30 a.C-14 d.C.), un momento en el que, tras la visita a la capital del Imperio de la reina Cleopatra y la sucesiva conquista de Egipto, el gusto por lo egipcio se estaba imponiendo en el "caput mundi" como moda.

Los primeros en llegar, atravesando el Mediterráneo en el año 10 d.C., fueron los que hoy decoran la Piazza del Popolo y la de Montecitorio, frente a la Cámara de Diputados italiana, ambos provenientes de la ciudad egipcia de Heliópolis.

En aquel momento, el primero fue colocado en el Circo Máximo, mientras que el segundo constituyó el centro de un novedoso reloj de sol que Augusto encargó construir en el Campo de Marte, no lejos de donde hoy se encuentra.

Hasta la construcción de dicho reloj, en Roma las horas se medían según el paso del sol sobre la explanada del Comicio.

Como la mayoría de los otros obeliscos de Roma, estas piezas cayeron y se rompieron durante el abandono que sufrió la ciudad en época medieval, y no volvieron a ver la luz hasta el Renacimiento.

Fueron precisamente los papas, que en esta época extendían su poder temporal sobre Roma y el centro de Italia, quienes desenterraron y volvieron a levantar estos símbolos del culto pagano al sol, para embellecer su capital y utilizarlos como medios de propaganda.

De hecho, Sixto V ordenó al arquitecto Domenico Fontana la recolocación de los obeliscos de San Pedro del Vaticano, San Juan de Letrán y Santa María la Mayor (las principales basílicas romanas) para dar idea del poder de la Iglesia.

El Lateranense, que se encuentra detrás de la basílica de San Juan de Letrán, es el más alto de los obeliscos antiguos de Roma, con 32 metros de fuste, y más de 45 metros si se cuenta la base sobre la que se encuentra y la cruz que lo corona.

Precisamente este detalle, incluido por los papas para convertir en cristianos unos objetos cuyo pasado era claramente pagano, permite conocer a simple vista el pontífice que mandó erigirlo, ya que bajo la cruz, cada uno de ellos colocaba su símbolo: montes en el caso de Sixto V, una estrella en el de Pío VI o la paloma de la paz, en el de Inocencio X.

Durante el Fascismo, el gusto por los obeliscos retornó a una Roma que volvía los ojos al Imperio Romano.

Benito Mussolini colocó dos: uno en el Foro Itálico (antiguamente llamado Foro de Mussolini), en el que aún hoy puede leerse "Mussolini Dux", escrito en caracteres enormes; el segundo, llamado Obelisco de Axum, fue conseguido como botín de guerra en Etiopía y transportado pieza a pieza hasta la plaza de Porta Capena, frente al Circo Máximo.

Allí, donde años más tarde se construyó la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el obelisco permaneció hasta 2002, cuando se comenzó a desmontar y a enviar de nuevo a Etiopía.

El último gran obelisco de Roma, dedicado al inventor Guglielmo Marconi, se inauguró en 1959, con motivo de las obras realizadas en la capital italiana de cara a los Juegos Olímpicos de 1960.

Se colocó también en un lugar de herencia fascista, el barrio del EUR, construido por Mussolini en los años treinta, y aunque la estructura es de cemento armado, está revestido con 92 paneles de mármol de Carrara.

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones