Sábado, 23 de Noviembre 2024
Cultura | La subsistencia de autores y sellos locales

Reinventarse para sobrevivir en el negocio editorial

El especialista José Luis Caballero resalta que el modelo de negocio ha cambiado poco en 50 años

Por: EL INFORMADOR

Felipe Ponce es director de la editorial Arlequín, creada hace 16 años. EL INFORMADOR  /

Felipe Ponce es director de la editorial Arlequín, creada hace 16 años. EL INFORMADOR /

GUADALAJARA, JALISCO (29/NOV/2010).- ¿Alguna vez se ha preguntado de qué viven los autores? Los leemos pero no sabemos qué más hacen además de teclear una y otra vez, de escribir y borrar, de imaginarse una historia y convertirla en crónica, novela, cuento o poesía.

Para Sergio Jesús Rodríguez, escritor tapatío independiente, la publicación de sus 13 obras no ha sido tarea fácil. En los inicios de su carrera ganó la beca Jóvenes Creadores del FONCA (Fondo Nacional para la Cultura y las Artes), con lo que logró publicar Bartolo, novela que ya va para su tercera edición.

Más tarde para poder seguir publicando sus poemas, cuentos y novelas, se desempeñó como periodista y prestó su voz para la radio. Con lo que pudo sacar sus siguientes obras. Después se convirtió en promotor de lectura en primarias, secundarias y preparatorias de la ciudad para poder subsistir y seguir publicando sus historias, hasta que logró vivir de la venta de sus libros. “Para mí ya es un negocio. Es una pequeña empresa. Los libros tienen que pagarse a sí mismos y a otros. Ya llevo 12  publicados bajo ese sistema”.

En contraste, apuntó que la mayoría de los autores en  Guadalajara para sobrevivir dan clases o están en puestos públicos. Mientras que otros autores “menos calificados” viven de su obra porque llegan a un acuerdo con algunas escuelas y maestros para  conseguir ser leídos. “Yo si visto, calzo y como es gracias a mis libros, pero somos bien poquitos los que podemos darnos ese lujo”. En cambio hay otros autores que logran subsistir gracias a los apoyos económicos de diferentes instancias culturales de gobierno.  

Prefirió no acercarse más a las editoriales y “entrar al ajo”. Aprendió a manejar programas de diseño por computadora para realizar sus propios montajes y tomó clases de fotografía para ilustrar sus portadas. Insiste en que el escritor moderno tiene que ser gestor y  autosuficiente para crear sus libros y no puede limitarse a escribir. “Un autor del futuro que quiera una oportunidad para publicar su obra tiene que ser multiusos”, vaticinó.

Ahora vende sus libros por internet y los lleva a los lugares donde acude a promocionar la lectura. Por otro lado, afirma  que hay librerías en las que como el autor no es amparado por una gran editorial, segregan sus libros: “si la gente llega a las librerías más comerciales de la ciudad, va a encontrar los libros de autores locales en el rincón”.

Por otro lado indicó que hay una preocupación  por la laguna en materia de derechos de autor para publicar en internet. “Hay chicos que abren su blog y ya no les importa si les publican en  una versión impresa. Yo creo que en el futuro la gente va a seguir comprando libros, pero cambiarán los formatos, las reglas y los precios”.

Autores se independizan de las editoriales

Desde hace 17 años un grupo de estudiantes de la licenciatura en Letras de la UdeG que ya contaba con varios escritos, se organizó para publicar sus propios textos. No creían que alguna de las editoriales existentes quisiera sacar al mercado sus historias. “Es así como nació Arlequín. Con el paso de los años el proyecto evolucionó y en 2001 decidimos darle una orientación empresarial”, relató su director Felipe Ponce.

Durante el tiempo de evolución de Arlequín, ha visto aparecer y desaparecer proyectos editoriales que no pueden continuar en operación, por la falta de recursos y la escasa o nula inversión de empresarios. “Nuestra idea desde 2001 fue crear una estructura empresarial que nos dé para vivir tanto a los directores como a los trabajadores. Nos planteamos el reto de crear una empresa como cualquier otra, con rendimientos y ganancias”, aunque todavía algunos ven con cierto recelo que alguien quiera hacer negocio de la edición de libros.


Para los autores es un reto vivir de las publicaciones, al igual que para las editoriales pequeñas. “Creo que ni Vargas Llosa vive de las regalías por la venta de sus libros. Los autores famosos viven de todo aquello que está alrededor de su obra”, como las  conferencias que imparten, los concursos en los que son jurados, las traducciones de sus obras a otras lenguas, de  prólogos que escriben en algunos libros, o incluso de colaboraciones en periódicos, “eso sí les da dinero. Las regalías son un monto pequeño pero cuando se venden millones de ejemplares pues si viven de ello”, indicó Ponce.


Manifestó que aunque mantiene una buena relación con las librerías, las editoriales independientes enfrenten problemas de exhibición, porque no reciben el mismo trato que les dan a los grandes consorcios. “Nos aceptan pero no estamos presentes en la mesa de novedades y vamos hacia  un nivel más abajo, al lado oscuro de las librerías”. Ante este panorama reconoce que también es responsabilidad  de las editoriales promover a sus autores para generar la atención de lectores.

Aunado a lo anterior, gran parte de las casas editoriales se ven afectadas por la falta de capacitación del personal de las librerías: “A veces  piden nuestros libros y el librero contesta que no hay, sin tomarse la molestia de buscarlo”.

No sólo se trata de vender

En la librería José Luis Martínez del Fondo de Cultura Económica (FCE), las ventas no tuvieron repercusiones negativas este año, sino lo contrario. En 2010 han venido más libros que el año anterior. De acuerdo con Enedina Reyes, encargada de la librería, la mayoría de los clientes de “El Fondo” son cautivos, es decir que el público que acude a adquirir un libro, lo hace con cierta frecuencia y no va a otros lugares porque sabe que las temáticas y los propios autores que le interesan, únicamente los va a encontrar ahí.

Pero no sólo se trata de ofrecer los libros como un simple producto, sino además dar otro tipo de servicios a sus visitantes. La librería del FCE, conocida como la “Joseluisa”, se ha ganado el gusto del público académico e intelectual por su gran acervo en Ciencias Sociales y Humanidades, por las actividades científicas y culturales que lleva a cabo en sus instalaciones, como los talleres de lectura y cuentacuentos en el  área infantil, lo cual funciona como una forma de atraer no sólo a los niños sino al público adulto, “porque sus papás los traen y consultan libros de su interés”, afirmó Enedina.

Las obras de los autores que son reconocidos o que tienen mucha difusión en los medios, son más solicitadas: “Si le dan un premio empiezan a buscarlo porque hay comentarios en la radio, la televisión y los periódicos, ahora también en internet”, tal como sucedió con Mario Vargas Llosa. Después de que  fue nombrado Premio Nobel de Literatura, sus textos se han agotado en la “Joseluisa”.

El gerente regional en occidente de las librerías Porrúa, Jaime Castillo, reveló que las ventas de la empresa en este año no son las deseadas, pues considera que la gente no cuenta con muchos recursos, y lo poco que tienen prefieren gastarlo en otras cosas. “Así no se puede tener tranquilidad del dinero para la nómina y  servicios”, aseguró.

Que las obras literarias y otro tipo de textos se vendan poco implica que no se tenga dinero para realizar presentaciones de libros o hacer difusión de la lectura. “Muchas librerías han tenido que cerrar en el Centro de la ciudad como la Casarrubias, la Carlos Moya y la Font”, recordó Castillo.

Reclama que la Ley de Fomento para la lectura y el libro debería prohibir la venta de libros de texto en las escuelas, ya que éstas negocian directamente con las editoriales y se quedan con las ganancias. “Las utilidades deberían de estar en las librerías, no en los colegios”, advirtió.

La industria editorial se globaliza en la red

José Luis Caballero, especialista en Derecho de la Propiedad Intelectual e Industrial por la Universidad Panamericana campus México, explica que el modelo de negocio no ha cambiado de una forma dramática desde hace 50 años. La relación entre editores, autores y libreros, se ha mantenido con la premisa de que un autor somete su texto a revisión de una casa editorial, ésta valora su contenido y determina si comercialmente es viable su edición.

Detalla que tras un contrato con la editorial, el autor recibe entre cinco y diez por ciento de regalías por la venta de su texto. El monto puede variar de acuerdo al prestigio del autor, el género y el mercado al que está destinada la obra. La editorial distribuye los textos a las librerías y éstas los adquieren a un precio 40 por ciento menor  a lo que le cuesta al consumidor.

Evalúa que la industria tradicional está volteando hacia el entorno digital. La mayoría de las librerías ya no basan su operación únicamente en formatos físicos: “aquellos editores que no transiten de las ediciones físicas a las digitales y no tengan su oferta de contenidos en red, van a perder a consumidores digitales, un negocio que a todas luces está ganando más terreno”.

Indica que la tarea editorial es una labor de profesionales, aún en el entorno digital en el que parece que todos pueden participar simultáneamente, pues implica el desarrollo de  una plataforma que permita la oferta de un catálogo seleccionado, además de aplicar medidas de protección tecnológica, dar seguimiento a la compra y descarga de libros y administrar las operaciones que: “en la mayoría de los casos los autores no tienen la experiencia para desarrollar”, indicó Caballero.

Actualmente las grandes editoriales no se arriesgan a publicar textos de nuevos autores sino que le apuestan más por aquellos que ya son reconocidos y que pueden asegurar más ventas.

Reconoció que en nuestro país la inmensa mayoría de los autores no vive de las regalías que obtienen por la utilización de sus obras, porque resultan siempre insuficientes para mantener el ritmo de vida  que exige la situación económica de México. “Realmente es una élite de escritores, de los grandes vendedores en nuestro país y en el extranjero, que pueden presumir que viven de las regalías que les genera la explotación de sus obras”.

PARA SABER


Además de los ingresos que el autor tiene por los derechos de su obra impresa, puede recibir regalías por los derechos subsidiarios que ésta le genere al aprovechar todas las formas de explotación diferentes, como la adaptación a un guión cinematográfico o la edición digital de la obra. Si se planea llevar esto tras fronteras, la combinación de conocimientos de la industria editorial y saberes legales en el campo de los derechos de autor, asegura el éxito para la compra-venta de derechos nacionales o internacionales.

Al respecto, José Luis Caballero, al lado de Jesús Anaya, impartirá un curso intensivo dirigido a los profesionales que participen en la edición de libros: “El [difícil] arte de negociar la compra y venta internacionales de derechos subsidiarios”. Horario: de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 horas. 

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